Hace un tiempo mi hijo Guillermo Emilio me mostró una interesantísima charla de Sir Ken Robinson, en TED (Tecnología, Entretenimiento, Diseño), acerca de lo que el eminente conferencista inglés residente en los Estados Unidos considera principios básicos de la educación, aquellas ideas que, a su juicio, deben orientar las escuelas de estos tiempos, pues sólo a partir de éstas, la educación servirá a los fines de promover la prosperidad y el desarrollo de las personas. También visualizado en su libro “El Elemento”.
http://www.ted.com/talks/ken_robinson_how_to_escape_education_s_death_valley.html .
“El hecho de que mi hijo me haya enseñando algo que no conocía, hace referencia de que los hijos, en esta sociedad del conocimiento, tambien le enseñan a los padres”.
En su exposición Robinson enfatiza que la educación debe fundamentarse en el reconocimiento y el fomento de tres factores: la diversidad, la curiosidad y la autonomía del proceso educativo, o dicho en otros términos, en lo que respecta a lo último, fomentar que el proceso educativo sea una responsabilidad principalmente de los docentes y de la escuela misma y la comunidad.
Es claro que un sistema escolar que reconozca y fomente la diversidad exigirá una flexibilidad y capacidad de adaptación mucho más allá del establecimiento de unos estándares rígidos que igualen a todos los alumnos y que sea inclusivo e incluyente. Robinson refiere cómo los estándares escolares son necesarios, pero no deben convertirse en una camisa de fuerza que convierta el proceso educativo en una producción en serie de autómatas de características uniformes. Nos indica que por más esfuerzo de homogenización que se hagan, las diferencias que constituyen la diversidad humana son insoslayables y que los sistemas educativos eficaces son los que reconocen, adoptan y fomentan esa riqueza de la diversidad.
Por su parte, el fomento de la curiosidad supone cambiar nuestro paradigma educativo basado en la concepción jerárquica del conocimiento hacia un enfoque en el que el descubrimiento, la exploración y la construcción del conocimiento ocupen un lugar central. Nada más apropiado en estos tiempos de predominio de la sociedad de la información, en la que la jerarquía de la autoridad en materia de conocimiento ha sido demolida por la multiplicidad y simultaneidad de fuentes y la rápida evolución de las certezas hacia situaciones de incertidumbre relativa y acelerada acomodación acerca de lo actual y lo que creemos que sabemos.
Para el pensador británico, las dos situaciones o aspiraciones anteriores están supeditadas a la comprensión de que el proceso educativo, lo que realmente ocurre en las aulas, va a depender de los actores que protagonizan la educación en última instancia: docentes y estudiantes. El alcance, riqueza y plenitud del proceso educativo va a depender antes que de los programas, currículos, normas, estándares y mediciones, de la calidad y capacidades de los docentes y de cómo éstos sean protagonistas auténticos del proceso educativo, que descubran, generen y potencien la curiosidad e interés de los estudiantes. Según esta perspectiva, es de la calidad, interés, concentración y efectividad del trabajo de los docentes que va a depender el que la educación, como sistema, cumpla con los principios de fomento de la diversidad y la curiosidad. Por tanto, señala Robinson, es fundamental que coloquemos el centro del proceso educativo en lo que sucede en las aulas, que va a depender del factor humano, el personal docente.
Esto me recuerda un artículo de The New York Times, de abril de 2011, que aunque versaba sobre el tema de los salarios de los docentes, de igual forma, sobre la base de la comparación entre el desempeño y la calidad de los docentes en los países con mejores resultados educativos, indicaba que los resultados del proceso educativo dependían sobre todo, de la calidad de maestros y maestras (The High Cost of Low Teacher Salaries, http://www.nytimes.com/2011/05/01/opinion/01eggers.html?_r=0).
¿Por qué pensar y preocuparse por estos temas en este momento? Justamente porque, como sociedad, estamos comenzando a discutir las orientaciones del Pacto Educativo previsto por la Estrategia Nacional de Desarrollo. Este pacto habrá de producir los consensos básicos acerca de cómo encarar la reforma y adecuación de nuestro sistema educativo por lo menos para la próxima generación.
Por tanto, comenzar a pensar en las características que debe tener nuestro sistema educativo es fundamental. Y coincido plenamente con Sir Ken Robinson en que la educación dominicana de los próximos 20 años tiene que acoger los principios de fomento de la diversidad (flexibilidad), de promoción sistemática de la curiosidad y la exploración y de autonomía del proceso educativo basada en la calidad de nuestros docentes.
Con estas nociones como fundamentos de un paradigma educativo, me propongo explorar, en los siguientes artículos, las concepciones y propuestas que sobre el tema han presentado algunos de los actores y entidades preocupados por la educación dominicana.
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