El llorar es una acción que está limitada a los humanos, totalmente común y aceptada, pero que generalmente no nos detenemos a cuestionar, y consiste en derramar lágrimas a causa de la experimentación de una determinada emoción. Eso todos lo sabemos y a todos nos ha sucedido. Y esto es tan así, porque también Jesús, el Hijo de Dios, lloró cuando vio la tristeza de María y Marta, ante la muerte de su hermano Lázaro.
¿Por qué lloramos los seres r humanos? ¿Por qué el llanto viene asociado igualmente al dolor y a la alegría? ¿Es bueno o malo llorar? “El llanto es la forma más rápida de drenar la ansiedad, la energía que está corriendo por tu cuerpo”, explica la sicóloga Ana Simó, del Centro Vida y Familia.
Si ese tiempo fuera el de ahora, ¿por qué y por quienes lloraría Jesús? Lloraría, por la maldad del hombre, por el desamor existente, por la corrupción sexual, por el matrimonio de parejas del mismo sexo, por el engaño de personas que prometen cosas y no cumplen, por los crímenes, robos por los comerciantes acaparadores y agiotistas que suben los precios de sus artículos en desmedro de los pobres, y por los que mueren engañados por el diablo, que les promete gloria de este mundo, pero se van al mismísimo infierno.
También lloraría por las miles de personas, entre los que figuran, niños, mujeres y ancianos que actualmente están huyendo del hambre, producto de las guerras y del terrorismo, así como de terremotos y de otros fenómenos naturales, del medio ambiente y del cambio climático, producto de la conducta pecaminosa de poderosos seres humanos, quienes se creen ser dioses.
Hoy por hoy, Jesús lloraría por los religiosos hipócritas que, inspirados por el enemigo propalan doctrinas falsas para confundir y engañar a los que están buscando de Dios; por los políticos mentirosos , demagogos y manipuladores, cuyo interés es lograr su propósito personales utilizando a los ingenuos.
También Jesús llora por su iglesia que, compró a precio de sangre, derramada en la cruz del calvario, que en lugar de ocuparse, en estos tiempos, de ganar almas, ahora muchos de sus miembros, están inmersos e involucrados en la política, ignorando lo que dice nuestro Señor y Salvador que debemos dejar que los muertos entierren a sus muertos.
Jesús lloró ante la tumba de Lázaro, cuando vio la tristeza de María y Marta, hermanas del fallecido, por la partida de un familiar tan especial para ellas, pero en ese momento estaban ajenas del extraordinario milagro de resurrección que se produjo ante sus asombrados ojos.
Pero ese llanto de Jesús, quien es ciento por ciento Dios y ciento por ciento humano, no duró mucho tiempo, tras sentir una profunda emoción de ver a estas dos amigas suyas, llorando ante la tumba de su hermano, porque creían que ya todo había terminado para su ser querido a quien, según creían, no verían más.
Sin embargo, ante la tumba de Lázaro, estaba Jesús, Dios mismo manifestado en carne, quien le reveló a Marta: “Yo soy la resurrección y la vida, el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente”, Juan 11:25-26.
Ante la tumba de Lázaro, que ya tenía cuatro días de muerto y hedía ya, Jesús clamó a gran voz : “!Lázaro, ven fuera¡” . Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: Desatadle, y dejadle ir”.
Sin embargo, es una realidad, de acuerdo a la Biblia que Jesús viene a buscar a su iglesia, integrada por los que han nacido de nuevo espiritualmente, quienes también han resucitado junto con Él. “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra”, Colosenses 3:1-2.
En estos momentos Cristo llora, porque su iglesia está siendo perseguida y sus miembros humillados, atacados, apresados y hasta muertos, en distintos países del mundo, porque rechaza el pecado y todas las sutilizas del diablo dirigidas a distorsionar la sana doctrina. Y aunque sus miembros sufran y lloren son bienaventurados. Jesús dijo, “bienaventurados los que lloran porque ellos recibirán consolación”, Mateo 5:4.
Jesucristo, pronto cumplirá su promesa bendita de levantar una iglesia santa y sin arruga, integrada por todos los creyentes, porque dijo : “Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios”, Mateo 5:8.
Mi querido y apreciado amigo, tú puedes disfrutar de esa bendición si recibes a Cristo como tu Salvador y Señor. Porque “si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, porque hoy es el día aceptable, hoy es el día de salvación”, Hebreos 3:7-8. Y si lo haces Cristo llorará, pero no de pena, sino de alegría, porque hay gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente.
Muchas bendiciones.