La evidente y decepcionante indiferencia mostrada por algunos de los medios, con las honrosas excepciones de siempre, ante los últimos acontecimientos ocurridos en el ámbito nacional, me trajeron a la memoria el famoso sermón leído por el pastor protestante alemán, Martin Niemöller, en la Semana Santa de 1946, y que ha sido erróneamente atribuido a su compatriota el dramaturgo y poeta Bertolt Brecht, cuya parte más conocida dice:
“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guarde silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata. Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista. Cuando vinieron a buscar a los judíos, no protesté, porque yo no era judío. Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar”.
Ninguna excusa justifica el silencio de la prensa ante una amenaza contra un medio o periodista, o la desesperante corrupción que nos ahoga, sólo porque pudiéramos asimilarlo como asunto ajeno. Son muchos los ejemplos de destrucción de la libertad de expresión y prensa que han comenzado con leves señales que erosionan y llenan de miedo el entorno. No recuerdo una etapa en mis más de cinco décadas de ejercicio, en agencias de noticias, diarios y revistas extranjeras, así como en periódicos y estaciones de televisión y radio, en nuestro país, en que percibiera un sentimiento de angustia tan definido entre aquellos que, venciendo la inquietante sensación de miedo que les revuelve el estómago, se aferran a la terquedad de honrar el oficio del que viven.
La razón es que aún después de medio siglo de desaparecida la tiranía, a despecho de cuanto se dice hemos avanzado en materia democrática y libertad de prensa, en este país muchos periodistas temen todavía morirse en la víspera .(Publicado originalmente el sábado 7/8/10).