Cuando yo sea grande

Ray-Ortega-NuevaUn cordial saludo a todos mis queridos lectores.

¿Qué quieres ser cuando seas grande? ¿Quién de nosotros no ha escuchado esa pregunta alguna vez? No la hacían nuestros padres cuando estábamos en la edad escolar, nuestros tíos y abuelos. Esa era una pregunta muy común, y hasta cuando éramos ya mayorcitos nos las seguían preguntando.

¿Quieres ser maestra, policía, bombero, abogado, ingeniero, o una persona importante y exitosa, quieres ser alguien que deje su marca en el mundo, y alguien al que todos quieren seguir y ser como ella o el.

La vida y los años que transcurren van dejando sus huellas y nuestras respuestas se vuelven más profundas y humanas con el paso del tiempo. Hasta que comprendemos que es a eso que estamos llamados a ser. Ser una VOZ serena, que oriente, ser una LUZ para quienes andan en la obscuridad y en las sombras de la ignorancia. Podemos ser una SONRIZA para los que andan tristes por la vida. Podemos ser una PALABRA de aliento para aquellos que quieren darse por vencidos. Podemos ser esa MANO amiga que levanta al que esta caído. Podemos ser el AMOR desinteresado para aquel que ha sido menospreciado y engañado.

Porque no le preguntan a la hija si quiere ser RELIGIOSA o al hijo si quiere ser SACERDOTE. Conozco muchos casos en que les han dicho a los padres que quieren ser religiosas o sacerdotes y los padres se han opuesto y hasta le han dicho a sus hijos, primero muertas o muertos que ser religiosa o sacerdote, ¿Y por que no? ¿Porque los padres interfieren con la vocación de sus hijos?, es que somos acaparadores de los mismos y queremos tenerlos bajo el amparo y protección nuestra toda la vida, sin darnos cuenta que Dios nos los presto para criarlos solamente y para hacerlos mujeres y hombres de bien para el futuro.

Nosotros los padres podemos hacer de nuestros hijos el ROSTRO AMOROSO DE CRISTO, que trae un rayo de luz y esperanza a los corazones de nuestro prójimo.

Recordemos siempre que hay más alegría en el que da, que en el que recibe.

Termino con la Carta de San Pablo a los Romanos, Capitulo 8, Versículos 38 y 39 que dicen: “Porque tengo la certeza de que ni la muerte ni la vida, ni los ángeles ni los principados, ni lo presente ni lo futuro, ni los poderes espirituales, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarme del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.