¿Qué hacemos con el dinero? Hay personas que cuando son bendecidas con mucho dinero lo malgastan en vanidades y se olvidan que, si no es bien administrado o invertido, se esfuma. Tenemos que tener sabiduría para saber cómo manejamos nuestros recursos, ya sean muchos o pocos de manera que podamos utilizarlos para beneficiar honrosamente a nuestra familia.
Cuando recibimos recursos, ya sea por un negocio o un buen empleo son bendiciones que nos da Dios y por lo tanto debemos manejarlos bien y tratar de ayudar, de acuerdo a nuestras posibilidades a los pobres, “a los que siempre los tendréis”, como dijo Jesús.
Esta semana te invito a meditar con la manera en que manejamos el dinero, sea poco o sea mucho. Algunas personas que manejan pocos recursos piensan que tienen poco de que preocuparse. ¿Qué importa si dejan escapar de la mano algunos billetes? ¿Por qué molestarse, si difícilmente una buena administración hará que aumenten sus ingresos? No esté tan seguro: este es un pensamiento equivocado. La única manera de mejorar el potencial de nuestros recursos limitados, es mediante una administración meticulosa y la acción decidida.
En el otro extremo están aquellos que, porque tienen mucho dinero, creen que no tienen que preocuparse por administrarlo con cuidado porque siempre tendrán lo suficiente para salir adelante. Esas personas están olvidando que la manera en que administramos el dinero si le importa a Dios. Es importante para nuestros hijos, que aprenden a administrar el dinero observando la manera en que lo hacemos nosotros. Es importante para los pobres, cuya salud y bienestar podría depender de nuestra generosidad. Es importante para la iglesia, cuyas metas para honrar a Dios pueden ser favorecidas o entorpecidas según las ofrendas que reciba. Como te darás cuenta, no podemos permitirnos ser perezosos en lo que respecta al dinero. Hay demasiado en juego.
A los que tienen pocos recursos, Jesús les dijo: “El que es honrado en lo poco, también lo será en lo mucho” (Lucas 16:10). ¿Podemos justificar el descuido porque tenemos poco? Todo lo contrario. Sé fiel en lo poco, dice Jesús, y tendrás la oportunidad de demostrar tu fidelidad en algo más grande. No sé si el “mucho” de la declaración de Jesús se refiere a un aumento en los recursos financieros, en alguna otra clase de responsabilidad, o el crecimiento personal y la fe.
Sospecho que se refiere a los tres, pero, ¿qué importa? Jesús nos llama a ser fieles en lo poco, y promete una recompensa que Él considera valiosa. ¿Acaso necesitamos un incentivo más grande?
Refiriéndose a los que están en el otro extremo, Pablo dijo: “A los ricos de este mundo, mándales que no sean arrogantes ni pongan sus esperanzas en las riquezas, que son tan inseguras, sino en Dios, que nos provee de todo en abundancia para que lo disfrutemos” (1 Timoteo 6:17-18). La riqueza es un don de Dios, no para confiar en ella y atesorarla, no para poner nuestra seguridad en ella sino para disfrutarla con libertad, compartirla de manera generosa y usarla como una herramienta para multiplicar las buenas obras.
¿Te está hablando Dios acerca de asuntos de dinero en este momento? ¿Has sido descuidado con tus escasos recursos? ¿Has tomado el asunto con liviandad y malgastaste lo que tenías? ¿Fuiste descuidado con tu fortuna? ¿La usaste de manera egoísta e impediste la bendición que podía alcanzar a otros? Recuerda que tu dinero sí le importa a Dios, a tus hijos, a los pobres, etc. Responde ahora a lo que el Espíritu te está indicando: Dios te bendecirá.
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