Entre las mil curiosidades de este Estado situado en los límites de la Alta y la Baja Edad Media, un chin chin más arriba del oscurantismo pleno), hay algo en verdad exquisito: una cosa (medieval, por supuesto) llamada “Dirección General de Embellecimiento”, adscrita ¡a la Presidencia de la República!, pero que nadie sabe cuáles cosas feas (muchísimas, por cierto) es que embellece. Ojalá que un día de estos el Ministerio de Administración Pública (¡sigue el medievalismo!) explique esto. (A propósito, creo que a esta surrealista nomenclatura estatal le vendría bien, por ejemplo, un Ministerio de Globos a la Deriva, o algo así).
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