Hay similitudes y diferencias entre los gobiernos de Danilo Medina y Leonel Fernández. Una similitud que sobresale es el escaso interés de ambos en incorporar mujeres a las posiciones de alta dirección política, a pesar de ufanarse ambos de representar el cambio y la modernidad.
No hay que ser mago de las matemáticas para darse cuenta de que, en los gabinetes de ambos presidentes, las ministras han sido, como máximo, cuatro. En la actualidad, de 23 ministerios, solo hay 3 ministras, equivalente al 17.3%. Ojo: en el nombramiento del gabinete, el presidente tiene absoluta discreción.
Que la Constitución promulgue la paridad de género es pues un bla, bla, bla.
En cada ocasión que se ha presentado, Danilo Medina y Leonel Fernández han persistido en mantener la baja representación de las mujeres.
El episodio más reciente fue la elección de los jueces del Tribunal Constitucional. Desde su formación, en ese órgano ha habido 10 jueces y 3 juezas. La semana pasada fueron sustituidos tres hombres y una mujer por tres hombres y una mujer. Otra oportunidad desperdiciada para reducir el gran desbalance de género en las altas posiciones.
Sé que hay muchos críticos de las cuotas. Lo que sucede es que sin cuota no ha habido avance en la igualdad de representación de las mujeres. Incluso con la cuota, el avance ha sido lento. Los números ilustran (recuerden, las mujeres constituyen la mitad de la población dominicana).
En el Senado no hay cuota de candidaturas por género; resultado: solo hay 3 mujeres de 32 senadores (9.3%).
En la Cámara de Diputados hay cuota de candidaturas a un 33%; resultado: el 27.8% son mujeres. En las regidurías hay cuota de candidaturas a un 33%; resultado: el 32.3% son mujeres.
En las alcaldías hay cuota por género alterna (si el candidato a alcalde es hombre, la candidata a vicealcalde es mujer, o viceversa); resultado: solo el 12% de los alcaldes son mujeres; la inmensa mayoría de las mujeres (88%) son vicealcaldes
Para la Presidencia de la República, nunca un partido grande ha nominado una mujer candidata; como resultado, no ha habido una mujer presidenta. Además, casi todos los presidentes y secretarios generales de los partidos son hombres.
El patrón de exclusión de las mujeres por la clase política es pues clarísimo.
Me he referido explícitamente a los casos de Danilo Medina y Leonel Fernández porque en el 2020 habrán gobernado 16 de los primeros 20 años de este siglo; porque ambos pertenecen, generacionalmente, al post-trujillismo; y porque ambos han recibido, proporcionalmente, más votos de las mujeres que de los hombres.
Que a pesar de estos factores las mujeres brillen por su escasa presencia en las instancias de alta dirección política es muestra fehaciente del machismo que impera en la sociedad dominicana.
Por encuestas recientes sabemos que ese machismo sigue vivito y coleando, incluso en las generaciones más jóvenes.
Actualmente, los jóvenes dominicanos ven una clase política empeñada en reproducir la opresión de género. Asisten a iglesias embarcadas en una campaña contra la igualdad de género. Escuchan y ven en los medios de comunicación y en las redes prácticas de degradación y exclusión de las mujeres.
Mientras los hombres, encabezados por los jefes políticos y religiosos, se empeñan y luchan por mantener la desigualdad de género a su favor, muchas mujeres dominicanas son violadas, golpeadas o asesinadas; y aún más, las mujeres asumen cada vez mayores responsabilidades de manutención familiar, aunque ganen menos dinero y tengan menores posibilidades de ascenso en sus trabajos.
¿Es justo o injusto?
Artículo publicado en el periódico HOY