Termina febrero, arranca marzo. Aumentan las expectativas de qué dirá, qué hará el presidente Danilo Medina. Tiene ante sí una difícil decisión, en este país de leyes cambiables y ajustables al ritmo del viento tropical.
He aquí su menú de opciones:
Una, procurar la modificación constitucional que le permita repostularse en el 2020, o más adelante. Algunos juristas hablan también de otros vericuetos para lograr estos fines sin pasar por una reforma constitucional.
Los bemoles: una modificación para permitir su repostulación en el 2020 encontrará escollos congresionales y en la opinión pública, sobre todo, del lado de Leonel Fernández. Una modificación para una repostulación después de 2020 sería aprobada con mayor facilidad y sería menos criticada en la sociedad.
Debe recordarse que la reforma constitucional de 2015 para la repostulación fue relativamente fácil por tres razones: su adversario interno había gobernado tres períodos y Medina solo uno, el nivel de aprobación de la gestión del gobierno era altísimo, y el PRD se había dividido y debilitado.
Ahora Medina está en su segundo mandato, el nivel de aprobación de su gestión es menor que en el 2015, y el PRM (se supone, aunque no está garantizado) tendrá una posición unificada de oposición a una reforma constitucional.
Dos, adherirse a lo que actualmente establece la Constitución de 2015, modificada en ese entonces para permitir su repostulación.
De ser así, Medina no sería candidato presidencial en las elecciones de 2020 y se desencadenarían nuevas luchas por la candidatura presidencial en el PLD, donde Medina jugará, ya lo han dicho, un papel crucial.
Su disyuntiva será la siguiente: apoyar la candidatura de Leonel Fernández o la de otro aspirante.
Un apoyo a Leonel Fernández trasciende la confrontación de liderazgo caudillista, que ya es bastante. Supone apoyar el retorno al poder de sectores que han sido muy adversos al actual gobierno y leales a Fernández; esos que ahora hablan de la Opción Morada para cobijar a Fernández si sale del PLD.
Apoyar otro aspirante peledeísta tiene también sus complicaciones. ¿A quién elige? ¿Cómo lo elige? ¿Cómo reaccionarán los que no fueron escogidos? Es también complicado porque el ungido tendría que enfrentarse en las primarias a Fernández, que cuenta con sus propios adeptos por haber sido tres veces presidente; supondría además forjar una nueva candidatura casi de cero, tarea difícil a menos de un año y medio de las elecciones.
Tercero, aunque muy remota, otra opción es no buscar la respostulación ni tampoco apoyar ningún precandidato del PLD.
En la práctica, una decisión así equivaldría a apoyar a Leonel Fernández, que, dentro de los precandidatos ya anunciados, lleva la delantera en las encuestas. Una decisión así solo se contemplaría si Medina decidiera llevar el PLD a una derrota, lo cual es poco probable.
Dado que Leonel Fernández nunca ha abandonado el deseo de volver a ser presidente, su principal error con miras a ese objetivo ha sido no haberse dedicado desde el 2012 a institucionalizar el PLD, de manera que se estableciera un sistema de sucesión presidencial claro y de alternancia.
Esa era su mejor estrategia como presidente del partido para limitar el fortalecimiento de Danilo Medina. Ahora se encuentra nuevamente en un duelo con Medina y con menos apoyos dentro del PLD.
Sus aliados políticos que abandonaron la alianza con el PLD (FNP, PQDC, etc.) se preparan para ofrecerle acogida si el PLD se muestra hostil. Pero esa propuesta es de alto riesgo para Fernández porque son partidos sin base electoral.
Quedamos en sintonía para el desenlace.
Artículo publicado en el periódico HOY