¿Para qué sirve la muerte trágica de ocho estudiantes adolescentes “pobrediablos” si no es para construir historias periodísticas sobre un suceso?
Hace poco, el domingo 20 de marzo, un chófer a quien le atribuyen borrachera perdió el control del bus cargado de estudiantes a quienes regresaba de una gira, y lo estrelló en un poste del tendido eléctrico en la carretera Hacienda Estrella-Villa Mella, en el municipio Santo Domingo Norte. Ocho muertos y cinco heridos fue el resultado, reporta El Nacional.
Demasiado luto para un barrio chico y paupérrimo como Canaán II; mas esos muertos ya no son ni siquiera historia. Todo ha terminado con el encarcelamiento preventivo de un año al responsable directo de la colisión, el conductor ebrio Rufino Ramírez, quien había huido de la escena y, conforme quejas de familiares de las víctimas, permanecía escondido con la protección de la Federación Nacional de Transporte la Nueva Opción (Fenatrano), regenteada por el diputado Juan Hubieres.
Quedan sin embargo aristas importantes por despejar para evitar otros fallecimientos debido a causas similares, y para por lo menos mirar más de cerca el accionar de los colegios privados, aunque los propietarios del sitio donde estudiaban los jóvenes se desliguen de la organización de giras porque –han sostenido– contravienen los valores que enarbolan.
Algunas claves con sus preguntas:
“La Estrella de Belén” es el balneario privado donde los discentes del colegio privado “Jehová-Nisi” (Carolina) y el conductor del bus privado Rufino Ramírez habían disfrutado minutos antes a golpe de chapuzones y tragos a pico de botella, como mostraron vídeos hechos con móviles.
¿Quién es el dueño del balneario? ¿Hay vinculación del colegio religioso y el dueño del lugar de diversión? ¿Exime de responsabilidad a uno y a otro, solo con desligarse? ¿Está permitida la venta de alcohol a jóvenes? ¿Puede permitirse en un sitio de bebidas a un grupo estudiantes adolescentes menores (hembras y varones), sin reclamar la presencia de adultos responsables? ¿Puede organizarse un can como ese en un colegio minúsculo sin que la gerencia lo advierta?
Desconozco las respuestas.
Sí sé que en colegios y universidades, las giras casi siempre son extensiones de un negocio subterráneo muy rentable, institucionalizado o particular, que tima a estudiantes y sus familiares. Como el sucio negocio de la venta compulsiva de libros malos, son actividades peligrosas sustituibles por otras seguras y de muy bajo costo; empero las establecen como obligatorias, so pena de achichar a los ausentes en las asignaturas. Son difíciles de desenmarañar porque los estudiantes considerados líderes son involucrados, a veces sin advertírselo, en el proceso de organización y en la repartición de algunas migajas.
Sí sé que, amén del “jumo” del chófer, pocas tragedias ocurren si son suicidas los choferes de las guaguas que transportan pasajeros. La muestra más evidente son los minibuses de Fenatrano. Ante la mirada indiferente de la autoridad competente, andan en exceso de velocidad, serpenteando de carril en carril, chocando a quien sea, burlándose de quien sea, violando semáforos y cuantas señales haya…
Sí sé que un pobre vale nada para muchos. Pero lo ocurrido a los descamisados de Villa Mella podría servir a la autoridad para la búsqueda de soluciones de fondo a un grave problema que los medios han pasado por alto. Si tuviera voluntad y no sufriera de olvido patológico.