Según una de las pocas encuestas serias que circulan en el país, después de la la inflación, el segundo problema que más mortifica a nuestros votantes es la inseguridad y la delincuencia. Hemos estado haciendo encuestas en este país desde hace más de cuarenta años y ese tema nunca ha estado entre los más preocupantes.
Pero hasta en Costa Rica, la “Suiza de las Américas”, el año pasado la tasa de asesinatos llegó a su nivel más alto, lo que provocó que, durante la visita de Laura Richardson, jefa del comando sur norteamericano, se anunciara una donación de US$14 millones para luchar contra la inseguridad y el crimen utilizando equipos de telecomunicaciones y drones. En ese país, según una reciente encuesta de CID-Gallup, un 17% de los encuestados reportó que era cierto que alguien en su casa había sido víctima de robo o asalto armado en los últimos cuatro meses. Costa Rica no tiene ejército y apenas cuenta con unos 10 mil policías.
Nuestro país, al igual que Costa Rica y el resto de Centroamérica es un área trampolín para el envío de drogas desde Suramérica hacia Norteamérica y ese peaje se paga no con efectivo sino con drogas, las cuales se consumen entre nosotros y eso estimula el crimen en la región.
Nayib Bukele, presidente de El Salvador, sufre un problema similar y, a través de una política de mano dura, ha encarcelado a 60,000 miembros de sus bandas criminales. Por todo el mundo circulan fotos de miembros de las bandas en cárceles salvadoreñas casi desnudos y maniatados. Líderes políticos y ciudadanos centroamericanos y hasta peruanos y chilenos han admitido su admiración por esa política de Bukele. Pero este, al mismo tiempo, ha eliminado el derecho a un juicio justo para los acusados de pertenecer a las bandas quienes tienen poco acceso a abogados.
En países vecinos de gran violencia como Guatemala y Honduras muchos ciudadanos han marchado a favor de Bukele y lo han aplaudido durante sus visitas. El ministro de lo Interior de Costa Rica pidió a su gobierno que siguiera el ejemplo de Bukele y un candidato presidencial colombiano visitó El Salvador para estudiar el “plan Bukele”. Una candidata presidencial guatemalteca dijo: “Para mí El Salvador es un modelo a imitar” y el ministro de Interior de Honduras dijo: “Hay cosas que aprender de El Salvador”. El alcalde de Lima admitió: “Bukele ha logrado un milagro en El Salvador”. El ministro de la Seguridad de El Salvador dijo el año pasado que sus autoridades se habían reunido con sus contrapartes guatemaltecas y hondureñas para explicar cómo funcionaba el plan de Bukele. Ese mismo ministro en una reunión en la que participó la República Dominicana dijo: “Lo que hemos logrado en El Salvador está disponible para todos los países”.
Tan solo el presidente de Ecuador, Guillermo Lasso, ha dicho que Bukele se ha excedido violando los derechos humanos, pero una encuesta reciente evidencia que Bukele es dos veces más popular entre ecuatorianos que cualquier político de ese país.
En enero el vicepresidente salvadoreño dijo que funcionarios de su gobierno se habían reunido con el primer ministro haitiano para discutir el establecimiento de una oficina en Puerto Príncipe para desde allí diseñar una estrategia contra las bandas haitianas.
Bukele puede haber fracasado al adoptar la criptomoneda, pero le ha ido bien en la lucha contra las bandas. ¿Países como Costa Rica Panamá y el nuestro tratarán de emular a Bukele, o somos demasiado democráticos para hacerlo? ¿Qué camino seguirá nuestra reforma policial y, por qué no decirlo, la reforma de nuestros militares en la frontera?