El homicidio en República Dominicana contra un joven de apenas 16 años, perpetrado por un sacerdote católico que ha confesado el crimen, reaviva el debate de una de las grandes debilidades de la Iglesia Católica, la presencia en su seno de sacerdotes que se colocan bajo la protección de una sotana para conquistar la confianza de las potenciales victimas de sus tropelías sexuales.
El problema, tan universal como el catolicismo, no es nuevo y ha sido documentado en varios ensayos, uno de ellos titulado: “Pederastia en la Iglesia Católica” y subtitulado, Delitos Sexuales del Clero contra menores, un drama silenciado y encubierto por los obispos, escrito por Pepe Rodríguez quien sustenta que “el problema fundamental no reside tanto en que haya sacerdotes que abusen sexualmente de menores, sino en que el Código de Derecho Canónico vigente, así como todas las instrucciones del Papa y la Curia del Vaticano, obligan a encubrir esos delitos y a proteger el clero delincuente. En consecuencia, los cardenales, obispos y el propio gobierno vaticano practican con plena coincidencia el más vergonzoso de los delitos: el encubrimiento”.
Rodríguez incluye en su libro un estudio que abarcó una muestra de 354 sacerdotes españoles con los siguientes resultados: 60% mantiene relaciones sexuales de modo habitual o esporádico y, entre ellos, un 26% soba menores, un 20% realiza prácticas de carácter homosexual, un 12% es exclusivamente homosexual, y un 7% comete abusos sexuales graves contra niños.
“Nadie puede negar que muchos miles de sacerdotes católicos realizan su labor con la calidad benemérita y heroica que pretende el Papa, pero también es indiscutible, por mucho que la jerarquía de la Iglesia pretenda minimizarlo, que la corrupción más abyecta lleva mucho tiempo instalada dentro de una Iglesia que la encubre con un prestigio que hoy se debe discutir”.
Un libro más actualizado sobre la misma temática lo ha publicado el periodista italiano Emiliano Fittipaldi, que es el mismo autor de “Avaricia”, que sustenta que entre 2013 y 2015 el Vaticano recibió 1,200 expedientes de pederastia por parte de sacerdotes en distintas partes del mundo, y, atribuye al Papa Francisco una práctica frente a ese tema divorciada de su discurso.
Reconoce que en algunos casos se ha procedido como corresponde: “Sí, hay cuatro o cinco casos. Pero lo que veo es que Francisco actúa de distinta manera ante los abusos a menores dependiendo de si un obispo le cae bien o no, sin tener en cuenta si hay procesos civiles contra él por pederastia “.
Fittipaldi recrimina al Papa Francisco la inclusión en el C-9, grupo de cardenales con los que despacha los asuntos importantes de la Iglesia a varias figuras reconocidas como encubridores de curas pederastas, como el caso del cardenal australiano Pell, que también tiene menciones por haberla practicado
En RD se ha hecho noticia recurrente desde el sonado caso del Hogar Ciudad San Francisco Javier, donde ocho menores fueron sometidos a violaciones sexuales y sadomasoquismo; el caso de un sacerdote del INVI, que la Iglesia había trasladado a distintas parroquias por denuncias de abusos contra menores, hasta que la justicia lo condenó a 15 años de prisión por uno de los tantos casos;
la situación de un diácono endemoniado que hizo asesinar una pareja de adolescentes; los casos del sacerdote polaco, Alberto Gil, y del nuncio Wesolowski, representante del Papa que vino a Santo Domingo a aprovechar la situación de vulnerabilidad de muchos niños para abusarlos.