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Declara terrorista a uno de los escritores rusos más leídos

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En vísperas de la guerra de la guerra en Ucrania, Akunin acusó en una entrevista con EFE Putin, de ser un "dictador" con ambiciones postimperialistas.

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Moscú.- La autoridades de Rusia incluyeron hoy a Borís Akunin, uno de los escritores contemporáneos rusos más leídos, en la lista oficial de «extremistas y terroristas», cuyo registro lleva Rosfinmonitoring, el servicio federal de supervisión financiera.

El viernes pasado la editorial rusa AST anunció que dejaba de publicar los libros de Akunin, de 67 años, residente en el extranjero, crítico de la guerra en Ucrania y de las políticas del presidente ruso, Vladímir Putin.

«Las recientes declaraciones de los escritores (Akunin y el poeta Dmitri Bikov), que tuvieron una gran repercusión en las medios de comunicación, requieren una valoración legal, afirmó el director general de AST, Pável Gribkov, al anunciar la decisión de la editorial.

Ese mismo día el servicio de venta de libros digitales Litres su suspendió la distribución de las obras de Akunin y una popular cadena de librería las retiró de sus estanterías.

Tras la inclusión de Akunin en la lista de «extremistas y terroristas», las autoridades rusas incoaron este lunes una causa penal en su contra por «desacreditar a las Fuerzas Armadas de Rusia», según informó a la agencia rusa Interfax una fuente del Comité de Instrucción ruso.

«Será declarado en busca y captura», añadió la fuente.

Akunin, seudónimo de Grigori Chjartishvili, residente en el extranjero, saltó a la fama con una serie de novelas ambientada en la segunda mitad del siglo XIX y comienzos del XX, que tienen como protagonista a Erast Fandorin, un singular detective ficticio, que se convirtió en un personaje entrañable para los lectores.

Su primera novela, «Azazel», fue publicada en 1998 y eso mismo año salieron a la venta otros tres libros con las peripecias de Fandorin.

En vísperas de la guerra de la guerra en Ucrania, Akunin acusó en una entrevista con EFE Putin, de ser un «dictador» con ambiciones postimperialistas que ha llevado a su país a un estado de «semidesintegración».

«Moscú considera a Ucrania y a las otras antiguas repúblicas soviéticas parte de su ‘zona de influencia’ y no quiere que ésta se reduzca. Toda la crisis ucraniana, desde la toma de Crimea a la financiación de la revuelta en el Donbás, es un castigo a Ucrania porque en 2014 el nuevo Gobierno decidió dar un giro del Este al Oeste», aseguró.

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