Nuestra más grande industria es la que hoy ofrece unos cien mil productos (la mayoría con defectos de fábrica), de los que unos cuatro mil se acreditarán en los distintos niveles del mercado. Cada uno conlleva una inversión publicitaria que va desde un mínimo de diez millones el más rudimentario, hasta cuarenta millones de pesos mensuales el de mejor empaque (y, por tanto, el más engañoso). Tal industria es financiada en gran parte con dinero de dudosa procedencia. Lo peor es que los consumidores pagamos un alto sobreprecio durante cuatro años. La industria es “Democracia, Sociedad Anónima” (siempre anónima).
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