Los hijos deben ser producto del amor: deseados, soñados, buscados. Ahí comienza el proceso de hacer de ellos hombres y mujeres de bien, saludables, estables, útiles a la sociedad. Detrás de cada gestación, debería haber una linda historia. Nada que empañe ni reste fuerzas al más hermoso proyecto de vida: los hijos.
Por ese motivo, defiendo el derecho de la madre, si así lo siente y decide, de evitar la desgracia del hijo que viene en camino luego de una violación o incesto; una situación tan asqueante que condenaría esa criatura a ser el fruto desgraciado, que con su sola presencia, trae a la mente de la madre la crueldad de aquellos momentos, que dejaron permanentes destrozos en su alma. Nadie puede negarle ese derecho a esa madre. Nadie puede juzgarla, solamente Dios; y pueden estar seguros, de que esta dispuesta a enfrentar esa situación ante el Todopoderoso.
No garantizarles una vida tranquila y saludable a los hijos y arriesgar la de quien lo lleva en el vientre, hace pensar en aborto, en la interrupción del embarazo. En nuestro país está penalizado.
El Presidente dela República, Danilo Medina, envió al Congreso Nacional un juicioso proyecto de ley pidiendo que se establezcan tres condiciones excepcionales para la despenalización del aborto. Estas son: cuando la vida de la madre corra peligro; cuando el embarazo es resultado de una violación, rapto o incesto; cuando se determine clínicamente que el feto tiene malformaciones que hagan inviable la vida del concebido.
El ciudadano Presidente señala que “se trata de circunstancias extremas, lamentables, pero que ocurren en la vida diaria, a lo cual nosotros, como representante legítimo del pueblo, debemos dar respuesta de conformidad con la Constitución y con nuestros propios valores”.
Pienso que esas causas son dignas de tomarse en cuenta. Deben ser analizadas con objetividad, sin fanatismo religioso ni político. Los hijos no son animales que se lanzan a sobrevivir en la selva. Se cuidan desde la urdimbre afectiva. Estas tres causas, a mi juicio, son lo suficientemente contundentes para despenalizar el aborto. A las madres, sus tutores y médicos, les deberían dejar abierto el camino para decidir.
Entiendo que la Iglesia Católica, radicalizando su oposición, quiera aprovechar el escenario, para promover “su amor por la vida del prójimo”
¡Desprecio la doble moral!!. La exhiben religiosos, políticos, legisladores que se presentan como defensores del derecho a la vida y por otro lado, permiten asesinatos en masa. Permiten que un grupo se adueñe de los recursos del pueblo, mientras miles de niños ¡mueren! de hambre. Estos intocables son culpables de provocar abortos y muertes colectivas ¿Quién los penaliza?
Duele escuchar de hospitales sin medicamentos, donde faltan médicos, equipos, donde niños hacinados, fallecen ¿Qué dicen las iglesias? ¿Vale la vida de la criatura sólo en el vientre?
La madre siempre busca lo que haga feliz sus hijos y le asegure un futuro mejor. Le duele que un grupo les quite el pan, bajo la mirada indiferente de iglesias y autoridades; que no le ayuden a preservar la vida de los que han nacido y peor aun, la obliguen a parirlos en circunstancias desesperadas.
Ojala la Cámara de Diputados enmiende el error cometido inexplicablemente por el Senado de la República de penalizar el aborto, y apruebe el proyecto sometido por el Presidente Medina, señalando causas poderosamente justas y suficientes, para despenalizarlo.