Redacción Internacional.- La Fiscalía general de Libia ordenó este miércoles la detención provisional de la ministra de Cultura, Mabrouka Touki, por su supuesta implicación en un caso de corrupción apenas una semana después del arresto del ministro de Educación, Moussa Al Megarief, por acusaciones similares, informó hoy la prensa local.
En un comunicado el fiscal general, Al Siddiq Al Sour, anunció que la responsable, en el cargo desde el pasado mes de marzo, permanecerá detenida durante los cuatro días que durará la pesquisa judicial para determinar la «falsificación de documentos oficiales» y «control de los gastos públicos».
Las autoridades, señaló la fuente, investigan un contrato de realización de obras de mantenimiento en la sede del ministerio, que ya fue remodelado el pasado año.
Touki es diplomada en física nuclear y una de las cinco mujeres miembro del Gobierno interino de Unidad Nacional (GNU), formado por 26 carteras y liderado por Abdelhamid al Debeibah, cuyo objetivo es cohesionar la frágil reconciliación política tras una década de conflicto civil, garantizar la continuidad del alto el fuego y conducir el país hasta los comicios presidenciales y legislativos.
Fijadas en el marco del plan de paz y reunificación nacional de Naciones Unidas, Libia se disponía a celebrar el pasado 24 de diciembre las primeras presidenciales del país desde su independencia de Italia en 1951 pero a 48 horas del escrutinio la Comisión Electoral pospuso la cita de manera indefinida debido a los conflicto entre el poder político y judicial.
El país magrebí es un Estado fallido, víctima del caos y la guerra civil, desde que en 2011 la OTAN contribuyera al triunfo de los distintos grupos rebeldes sobre la dictadura de Muamar al Gadafi, que ha costado la vida a más de 8.000 personas en los distintos conflictos.
El Gobierno de Acuerdo Nacional (GNA), que se instaló en Trípoli en 2016 bajo los auspicios de la ONU, recibió el apoyo militar del Ejército turco y de miles de soldados de fortuna sirios enviados desde Ankara.
Mientras, el mariscal Jalifa Hafter, líder militar y tutor del antiguo Gobierno no reconocido en el este del país, incorporó a sus filas a miles de mercenarios rusos, sudaneses, chadianos y árabes, que permanecen todavía en Libia pese a las continuas demandas de su salida de la misión especial de la ONU en Libia (UNSMIL).