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28 Marzo 2024

“Día por día”

Apologistas remunerados del gobierno, demasiado inteligentes para llamarles “bocinas” (como tantas veces me han dicho a mí), arguyen que los organizadores de las marchas verdes contra la corrupción y la impunidad son financiados por empresarios evasores de impuestos sin calidad moral. Puede que ello sea parcialmente cierto.

Apologistas remunerados del gobierno, demasiado inteligentes para llamarles “bocinas” (como tantas veces me han dicho a mí), arguyen que los organizadores de las marchas verdes contra la corrupción y la impunidad son financiados por empresarios evasores de impuestos sin calidad moral. Puede que ello sea parcialmente cierto.

Pero si el debate público sólo será válido o legítimo entre impolutos ciudadanos sin mácula alguna, oiríamos un silencio ensordecedor.

El fenómeno de indignación popular ante las revelaciones del caso Odebrecht no es sólo un episodio insignificante protagonizado por profesionales de clase media o “twiteros” sin oficio. Muchos quizás son borregos desconocedores del fin ulterior que podrían procurar los titiriteros, pero igual podría decirse de toda gleba política.

La falta de liderazgo convincente entre tanta gente indignada, más que una amenaza, podría representar una extraordinaria oportunidad para los políticos capaces que deseen hacer como ciertas prostitutas, “honrarse”.

Ninguno, nadie, ni Balaguer resucitado, podrá controlar lo que falta por venir vía Brasil y Estados Unidos sobre Odebrecht. ¿Llegó por fin la hora de la verdad?

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