Sídney (Australia).– El diablo de Tasmania, una especie que ha visto mermada a dos tercios su población en las últimas tres décadas por la expansión de un cáncer facial, podría llegar a «coexistir» con esta enfermedad a raíz de la evolución del tumor, apunta este miércoles un estudio científico.
La investigación, publicada por la australiana Universidad de Tasmania, apunta que es muy «es muy poco probable» que este tumor «lleve a la extinción» a este marsupial, que solo se encuentra en la isla de Tasmania (Sur de Australia) y con una población estimada entre 10,000 y 25,000.
Rodrigo Hamede, el autor principal del estudio, señala en un comunicado que a pesar de que la enfermedad siga afectando a su población los cambios registrados en el cáncer parecen haber alcanzado una especie de «acuerdo evolutivo para coexistir».
Estas conclusiones se desprenden de una investigación, que incluyó a científicos de Australia, Francia y Estados Unidos, que analizó 159 genomas del tumor de la población de estos marsupiales en West Pencil Pine, en el noroeste la isla de Tasmania.
Así, los científicos notaron que se habían producido cambios en la diversidad genética de tumor, lo que se tradujo en un descenso de las tasas de infección y a una estabilización en el declive de la población de los diablos de Tasmania, de acuerdo al estudio publicado hoy por la revista científica Evolutionary Applications.
Los científicos consideran que la evolución del tumor podría responder a los cambios en la potencia letal y de transmisión en las diferentes variantes del cáncer, una mayor resiliencia en los organismos de los diablos de Tasmania, o una combinación de ambas.
Cualquiera que sea la causa, el hecho es que los tumores y sus portadores «pueden coexistir», acotó Hamede, experto de la Universidad de Tasmania.
Pese a «las buenas noticias», Hamede insistió en que se debe proteger a las poblaciones afectadas por el tumor, así como redoblar los esfuerzos para eliminar otras amenazas a la superviviencia de los diablos de Tasmania como la pérdida y fragmentación de sus hábitats, muertes en las carreteras y el deterioro genético.
«Las extinciones rara vez están impulsadas por un solo factor, sino que actúan en sinergia con otros procesos amenazadores», precisó el científico.
El diablo de Tasmania, del tamaño de un perro pequeño y con un cuerpo robusto, lleva desde hace décadas aquejado por un cáncer contagioso que aparece en la boca del animal y aumenta de tamaño hasta causar unas deformaciones que le impiden comer.
El cáncer se propaga por transmisión directa a través de las mordeduras que se infligen en la cara durante las peleas estos animales de color negro y con grandes colmillos, así como los procesos de alimentación y apareamiento.
Los demonios de Tasmania desaparecieron del territorio continental de Australia hace 3.000 años, en mayor parte, al ser presa de los dingos, una especie invasora descendiente del lobo asiático, aunque actualmente hay trabajos para reintroducirlo en la parte continental.