CAP-HAITIEN.- El lugar donde este viernes se celebró el funeral del asesinado presidente del Haití, Jovenel Moise, cerca de la ciudad norteña de Cap-Haitien, se vio asediado por protestas con quema de barricadas que llevaron a la Policía Nacional a disparar munición y gases lacrimógenos.
Durante la homilía por Moise, se sintieron los gases en el punto en el que se celebraban las exequias, que dista unos 500 metros de la entrada de la residencia familiar que ha dado acogida al funeral.
También se escucharon tiros, mucho más evidentes al concluir el acto, en ráfagas de no menos de seis disparos cada vez, que la Policía hacía para abrir paso a las numerosas comitivas que salían de la finca.
La carretera a Cap-Haitien estaba bloqueada y era necesario tomar el camino hacia la capital para poder avanzar hacia la ciudad en un recorrido en el que los disparos no dejaban de sonar al paso de los vehículos, haciéndose muy patente el olor a pólvora.
El foco de la tensión en esta jornada se concentró en las inmediaciones del punto donde se desarrollaba la ceremonia, mientras que la ciudad permanecía en calma, después de que el jueves las calles de Cap-Haitien quedaran bloqueadas por barricadas en llamas que ardían por toda la ciudad.
El jueves se celebró una misa en la catedral de Cap-Haitien, que fue interrumpida en varias ocasiones por partidarios del mandatario pidiendo justicia.
El presidente fue asesinado a tiros en su residencia en Puerto Príncipe en la madrugada del 7 de julio, en un ataque de un comando armado integrado por exmilitares colombianos que accedió a la vivienda presidencial sin hallar resistencia por parte de los guardias que deberían haber protegido la vida del presidente
En su discurso de hoy en la ceremonia civil, la primera dama, Martine Moise, quien resultó herida de bala en el ataque, pidió justicia para el asesinado presidente, quien, aseguró, «fue abandonado y traicionado».
«Fuiste abandonado y traicionado. Tu asesinato expuso (la) fealdad y cobardía», dijo Martine en la ceremonia en honor de Moise celebrada en Cap-Haitien, en el norte del empobrecido país caribeño, donde será enterrado este mismo viernes.