Mientras no se le desmilitarice totalmente; mientras el jefe de la Policía reciba órdenes directas del Presidente de la República; mientras sus jerarquías no se definan por la preparación, sino por las charreteras; mientras la Policía no sea una institución más preventiva que represiva; mientras esté llena de delincuentes; mientras haya un agente que rinda servicio de abre-puerta, carga bulto o chopo de cualquier tutumpote; mientras el policía no sea bien pagado como profesional de la seguridad pública. Mientras no se dé todo eso, esta “reforma policial”, como las quinientas que se han hecho, no pasará de ser un vulgar cuento.