REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El dolor oncológico está muy presente en los pacientes con cáncer, aunque en casi la mitad de ellos es un síntoma que no está controlado. Esta es la razón por la que cuatro sociedades médicas se han unido para crear una guía de consenso dirigida a los profesionales con el fin de coordinar el trabajo de los especialistas implicados
La Sociedad Española de Cuidados Paliativos (SECPAL), la Sociedad Española de Oncología Médica (SEOM), la Sociedad Española del Dolor (SED) y la Sociedad Española de Oncología Radioterápica (SEOR) han publicado la primera guía para el abordaje interdisciplinar del dolor oncológico con la colaboración de Grünenthal Pharma.
“La causa más habitual del dolor en pacientes oncológicos es la ausencia de una adecuada integración entre los diferentes profesionales”, asegura el doctor Alberto Alonso, coordinador de la guía y subidrector de la revista Medicina Paliativa de la SECPAL.
Según la guía, los objetivos del abordaje consensuado del dolor oncológico son:
La prevalencia del dolor oncológico es elevada, alcanzando el 90% en fases terminales. Con frecuencia está asociada con la progresión tumoral; con el aumento de la incidencia anual y con la afectación de la calidad de vida del paciente.
Dado el incremento de la incidencia de tumores malignos, junto al envejecimiento de la población y la mayor supervivencia de los pacientes, el dolor oncológico seguirá teniendo un papel protagonista. Por eso, la guía señala que “el tratamiento del dolor debería estar enfocado como un problema en los sistemas de salud”.
La prevalencia del dolor oncológico es variable aunque se estima que se sitúa alrededor del 53% de forma global, oscilando entre el 30% en el momento del diagnóstico y el 90% en estadíos avanzados de la enfermedad.
También la prevalencia es diferente según la localización del tumor, siendo más frecuente en los tumores de cabeza y cuello (70%), tumores ginecológicos y gastrointestinales (60%), así como tumores de mama, pulmón y urogenitales (50-55%).
El dolor oncológico y su abordaje incorrecto afecta a la calidad de vida del paciente, a la adherencia al tratamiento y también a la supervivencia.
El estrés emocional se incrementa cuando hay dolor y se reduce cuando es tratado, además de existir una asociación entre depresión y dolor.
Por eso es importante tratar el dolor, pero al menos entre el 30 y 40% de los pacientes no lo tienen controlado siendo infratratado. El tratamiento inadecuado del dolor crónico provoca un aumento de las hospitalizaciones que se podrían evitar.
La principal causa es la falta de formación de los especialistas que influye a la hora de evaluar acertadamente, por lo que la guía recoge la necesidad de educar no solo a los profesionales sanitarios, sino también a pacientes y familiares, además de instar a mejorar la comunicación médico-paciente.
Estas son las barreras para el adecuado tratamiento del dolor oncológico recogidas en la guía:
El planteamiento del estudio y tratamiento analgésico del dolor oncológico debe basarse en la regla “ABCDE” , establece la guía.
El dolor, sin duda, genera también un importante malestar emocional, por lo que el papel de psicólogos y psiquiatras es importante, junto al resto de especialistas, en el manejo global del paciente oncológico.
Además, “los problemas en reconocer y tratar el malestar psicológico en pacientes con cáncer y con dolor es una causa frecuente en el mal control del dolor”, apunta la guía.
Los problemas psicológicos son uno de los principales factores que agravan la percepción del dolor en el paciente. Este aumento del malestar emocional está relacionado con la enfermedad en sí (su progresión, pronóstico, incapacidad funcional y aumento de dependencia); con el propio paciente y sus miedos al dolor y a morir; los problemas que genera la enfermedad en el ámbito familiar; la relación con el equipo médico y con el propio tratamiento.
Además el dolor está asociado a otras manifestaciones como ansiedad, depresión, síndrome de desmoralización e incluso mayor riesgo de suicidio, por lo que el dolor conlleva un tratamiento físico pero también psicológico y psiquiátrico.