Washington.- Ni aislado, ni castigado por ser cómplice de una de las escenas más vergonzosas de la democracia estadounidense, el asalto al Capitolio. Donald Trump, maestro del escapismo y la polémica, vuelve como candidato presidencial a la primera línea de la política, un lugar que en verdad nunca abandonó.
Un año y diez meses después de decir hasta luego, Trump ha decidido anunciar a bombo y platillo su candidatura la noche de este martes, justo una semana después de las elecciones de medio mandato.
Anunció que lo iba a hacer antes de los comicios, cuando parecía que el Partido Republicano iba a arrasar en las urnas y él iba a poder apuntarse un tanto, pero esto finalmente no ha sucedido.
Los demócratas mantienen el control del Senado y muchos de los candidatos apoyados por Trump han salido derrotados, por lo que su figura se ha resentido, con un Ron DeSantis haciéndole sombra desde Florida. Aun así, Trump ha decidido jugársela y anunciar que luchará por ser elegido.
Ya lo dijo a sus seguidores en enero de 2021 en su pomposa ceremonia de despedida: «Los queremos, volveremos de alguna forma».
Habían pasado dos semanas desde uno de los episodios más negros en la historia de Estados Unidos, el asalto al Capitolio, cuando miles de sus seguidores irrumpieron violentamente para intentar que no se ratificase la victoria electoral del actual presidente, Joe Biden.
Este suceso, que dejó 5 muertos y cerca de 140 agentes heridos, parecía que iba a marcar el final de una turbulenta y explosiva carrera política, pero nada más lejos de la realidad.
EL REY DE TITULARES QUE NO ACEPTÓ PERDER
Impredecible y espontáneo, Donald Trump (Nueva York, 1946) fue el terror de la prensa durante su Administración por sus inclinaciones a hacer cualquier anuncio importante sin previo aviso.
Unos meses después de ser expulsado por Twitter tras los sucesos del Capitolio, en octubre de 2021 anunciaba la creación de Truth Social, su propia red social, desde la que alienta a sus seguidores y mantiene viva la llama de su «Make America Great Again», el eslogan con el que ahora se conoce a su movimiento político, los MAGA.
Lanzando mensajes por esta vía ha sido el rey de los titulares durante los últimos dos años, con Joe Biden en el centro de la diana. Fiel a su estilo, Trump se convirtió en el primer presidente saliente en 152 años que no asistió a la toma de posesión de su sucesor.
Un particular detalle que puso fin a una presidencia que dividió al país y al mundo, como quizás ningún otro mandatario estadounidense.
Guiado toda su vida por una fuerte necesidad de aprobación, el mandatario se dejó la piel en decenas de mítines durante una intensa campaña en 2020, pero no logró recuperar su popularidad, lastrada por las muertes de la pandemia, la crisis económica y un fuerte movimiento popular contra el racismo.
Perdió en las urnas, pero se negó a aceptar el resultado de los comicios, llevando a cabo una campaña infructuosa de desacreditación que terminó forzosamente tras los sucesos del Capitolio.
ESCAPISTA DE LA JUSTICIA
Con el Partido Republicano a punto de hacerse con el control de la Cámara de Representantes, se prevé que la maquinaria legal de Trump haga todo lo posible para dilatar su comparecencia en el Comité que investiga el asalto al Capitolio, hasta que el próximo 3 de enero se disuelva el actual Congreso y también el comité.
El exmandatario escaparía así a rendir cuentas por esta causa, una de las más de 20 que tiene abiertas. La más mediática, la investigación que el FBI mantiene abierta por haberse llevado presuntamente documentos clasificados cuando dejó la Casa Blanca.
Trump tiene también juicios pendientes por posibles delitos fiscales cometidos por la Organización Trump, investigaciones por asuntos relacionados con sus negocios, por agresión a mujeres o incluso por problemas con su propia familia.
Y es el único presidente de EE.UU. que ha sido juzgado dos veces por la Cámara de Representantes (impeachment o juicio político), por presionar a líderes ucranianos para investigar a Biden y por el asalto al Capitolio. En los dos resultó absuelto por el Senado.
SU PRINCIPAL ARMA, LA PROVOCACIÓN
Desde que llegó al poder en enero de 2017, Trump abrazó la provocación como forma de Gobierno y herramienta de distracción, atacando a los medios de comunicación y poniendo a prueba a las instituciones del país, cuyos tribunales tramitaron cientos de demandas contra muchas de sus políticas.
Según un recuento de The Washington Post, a lo largo de su mandato lanzó unas 30.000 mentiras o afirmaciones falsas.
Con el lema «Estados Unidos primero», Trump puso patas arriba la relación con aliados de Washington como Canadá y la Unión Europea, protagonizó un histórico acercamiento con Corea del Norte que luego se estancó, y convirtió a China en su peor enemigo con una guerra comercial.
Su ascenso al poder fue una reacción al mandato de Barack Obama, cuyo legado se esforzó en destruir, aunque no logró su objetivo de derogar la reforma sanitaria «Obamacare».
Su otra promesa estrella, la construcción del muro en la frontera con México, la cumplió parcialmente, en un mandato en el que hubo importantes retrocesos en materia de inmigración.
DE DEUDOR A MILLONARIO
Nacido en una familia descendiente de emigrantes alemanes, Donald John Trump se licenció en Economía Financiera y a los 28 años tomó el relevo de la empresa inmobiliaria de su padre para adentrarse después en el sector de los casinos, con un ascenso marcado por las deudas.
Productor de los concursos de belleza Miss Universo y Miss América, Trump estrenó la década pasada su propio programa de televisión, «El aprendiz», algo que alimentó su fama e impulsó su carrera presidencial.
El multimillonario está casado con la modelo eslovena Melania Knauss desde 2005, con la que tiene un hijo. Con anterioridad, estuvo unido a Ivanna Trump, fallecida recientemente y con la que tuvo tres hijos, y a la actriz Marla Maples, con la que tuvo una hija.