Me fascina la anécdota del barrendero de la NASA a quien preguntan cuál es su trabajo y responde: “Ayudo a llevar astronautas a la Luna”. U otra del mayordomo inglés explicando que su ocupación y rango social no impedían trabajar con excelencia orgullosa.
Poner empeño y ganas en lo que sea que uno haga determina qué clase de sociedad conformamos. Depende de mí, no de los demás.
Es una locura constatar que en Santo Domingo es más fácil encontrar cuatro o cinco excelentes cardiólogos, pero casi imposible hallar un buen plomero.
Consecuencia: cananas como maestros negados a enseñar; transportistas mafiosos que maltratan sus clientes; políticos profesionales que nunca se retiran; policías ciegos ante el padrefamilismo. Solo músicos y peloteros gozan siendo lo que son.
Recibe las últimas noticias en tu casilla de email