La extraña y hasta ahora no explicada desaparición de los alcoholímetros importados por las autoridades hace cinco años, se une a una larga y aparentemente indetenible lista de casos insólitos que ocurren en un país donde la ley, el orden y la disciplina son normas cada vez menos observadas.
Mientras ninguna instancia oficial logra explicar donde están estos equipos, estamos ante un caso en que, además de estar en juego los recursos del Estado empleados en su compra, carecemos aun de medios eficaces para medir los niveles de alcohol con que algunos chóferes y conductores se desplazan por las vías publicas.
Esto último es particularmente grave, en vista de que la ingesta alegre y desproporcionada de alcohol esta asociada a la ocurrencia de accidentes que generalmente terminan en tragedias, al ser provocados por conductores que manejan con descontrol y temeridad, violando cualquier regulación de tránsito.
Se suponía que con la aplicación de los alcoholímetros se podrían evitar muchas muertes y, con las sanciones aplicadas los chóferes sorprendidos con altas dosis de licores, se iría creando una cultura disuasiva para que conductores en general entendieran de una vez por todas la conveniencia de aquel sabio estribillo: “Si manejas, no tomes”.
Pero ahora nadie sabe dónde están los famosos alcoholímetros, y mientras tanto los accidentes de tránsito registran un notable incremento, como quedo demostrado durante la pasada Semana Santa, donde solo en un renglón, el de los motoristas, 30 personas perdieron la vida en el largo asueto.
Su introducción en enero de 2007 llenó de expectativas a los conductores dominicanos, porque por primera vez en mucho tiempo se veía la posibilidad de aplicar un método eficaz para evitar muertes en las carreteras. Un lustro después, los alcoholímetros adquiridos por el Estado dominicano brillan por su ausencia.
Entre los años 2003 y 2006 los accidentes de tránsito en República Dominicana ascendieron a casi 6 mil (5 mil 931).
Aunque no todos los accidentes son causados por al uso abusivo de bebidas alcohólicas, la llegada al país de más de un millar de alcoholímetros abrió para muchos la posibilidad de comenzar a corregir un serio y hasta el momento insoluble problema..
Sin embargo, pese a la fiscalización y a la entrada en vigencia de los alcoholímetros, entre 2007 y 2010 los accidentes de tránsito sobrepasaron los 7 mil 500 (7,591), según datos registrados por la Oficina Nacional de Estadísticas.
La Autoridad Metropolitana de Transporte y el Ministerio de Interior y Policía tienen la obligación de explicar al país que pasó con estos alcoholímetros y localizarlos para que cumplan el crucial papel que están supuestos a desempeñar para algo tan valioso como la preservación de vidas humanas.
