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18 Abril 2024

“Donde están las manos de Dios”

Aquellos que no nos amedrentamos ante la llamada de Cristo, aquellos que desafiando la crítica de los demás, deciden ser las manos de Dios.

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Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Yo siempre me he preguntado: ¿Dónde están las manos de Dios?

Si Él es el todo poderoso porque no alivia tantos males que el mundo padece.

Cuando veo el campo abandonado y sin arar, cuando veo que las herramientas para labrar la tierra están olvidadas y abandonadas: Me pregunto, ¿Dónde están las manos de Dios?

Cuando observo la injusticia, la corrupción de los gobiernos, cuando veo el débil siendo explotado, cuando veo al que tiene más enriquecerse de los ignorantes y del pobre que no tiene ni para comer, del campesino que no tiene recursos para defenderse me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?

Cuando veo a una anciana olvidada, cuando balbucea palabras de amor por su hijo que la abandonó, cuando miro al moribundo tirado en una calle, cuando miro a aquel pequeño que en vez de estar en la escuela, anda pidiendo porque tiene hambre o vendiendo un periódico a las tres de la mañana en vez de estar durmiendo, cuando veo a un joven fuerte y bien parecido antes listo para trabajar, y ahora embrutecido por las drogas, cuando miro aquella chiquilla que debería estar jugando con muñecas, con dos o tres hijos me pregunto: ¿Dónde están las manos de Dios?

Y me enfrentó a Él y le pregunto: ¿Dónde están tus manos Señor? Para luchar por la justicia, para dar un consuelo al abandonado, sacar a la juventud de las drogas y ternura y amor a los olvidados.

Después de un largo silencio Él me contestó. “Nos te has dado cuenta que tú eres mis manos”. Atrévete a utilizarlas para lo que fueron hechas: Para dar amor y comprensión, para dar consuelo al que lo necesita, para ayudar a esa pobre viejita que necesita cariño, al niño que no tiene donde dormir y anda deambulando por las calles.

Y entonces pude comprender que las manos de Dios somos TU y Yo, los que tenemos la voluntad para hacerlo, los que tenemos el coraje de luchar porque nuestra ciudad y nuestro mundo sean mejores, más humano y más justo.

Aquellos que no nos amedrentamos ante la llamada de Cristo, aquellos que desafiando la crítica de los demás, deciden ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta de que mis manos están sin llenar. Llénalas Tú con obras buenas para que día yo pueda formar una sociedad que busque los valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y que muchas veces ni lo merecemos.

Los dejo con esta meditación y ojala que seamos las manos de Dios.

Tomada del Evangelio de San Mateo Capitulo 5, Versículo 7, (Las Bienaventuranzas) que dice: “Dichosos los que tienen compasión de otros, pues Dios tendrá compasión de ellos”.

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

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