San Sebastián.- Un juez español condenó a dos años de cárcel a un «estafador del amor» que obtuvo 102,500 euros (111.450 dólares) de una mujer a la que engañó y dejó la cuenta bancaria «a cero».
«Me dí cuenta de que había caído en una estafa amorosa como las de internet» o «estaba engañada y feliz», fueron algunas de las frases que usó la víctima durante el juicio, celebrado en la ciudad de San Sebastián (norte), para describir el engaño amoroso a la que se vio sometida entre los años 2017 y 2018, con la creencia de que lo ayudaba a satisfacer pagos de su empresa y a mantener a sus dos hijos.
«Yo estaba enferma y muy manipulada por él», relató en la vista la afectada, quien también recordó cómo había conocido al procesado, a través de una aplicación de contactos en internet, mientras ella atravesaba una situación de depresión por distintas circunstancias personales.
La víctima explicó que en aquel momento ella se encontraba «loca» como «pirada» y «muy sola», pero tras conocer al hombre, que le dijo que tenía una empresa de «ventanas y persianas» con trabajadores, se sintió «feliz».
«Me enamoré y me enganché a él», confesó la perjudicada, quien admitió que, a partir de aquel momento, comenzó a entregarle dinero cuando él se lo pedía, para pagos a proveedores, a los trabajadores, a Hacienda o para comprar materiales, porque estaba «muy sensibilizada» con el acusado.
«Estaba enamorada y le creía», detalló la víctima, cuya situación mental era conocida por el hombre porque ella le había confesado «desde el principio» que iba con regularidad al psiquiatra, a lo que él le respondía que no se preocupara porque él la iba a «subir» y se le iba a pasar, de forma que ella se sentía «más contenta».
La Audiencia de la provincia de Gipuzkoa (norte), encargada del caso, otorgó total credibilidad al testimonio de la víctima y, además de la pena de cárcel, impuso al hombre la obligación de compensarla con 102.500 euros más los correspondientes intereses legales.
En la sentencia, a la que ha tenido acceso EFE, el tribunal constata que el encausado se aprovechó de la «vulnerabilidad» de la víctima y «guiado por el ánimo de obtener un enriquecimiento injusto» y «exhibiendo una capacidad económica de la que carecía», logró que la mujer le realizara numerosas transferencias bancarias.
La víctima fue consciente de la estafa en enero de 2018, cuando terceras personas le aseguraron que el hombre «tenía deudas» y «era un estafador» y, aunque él se «lo negó», finalmente se percató de que él nunca le había devuelto «suma alguna» y cesó la relación porque se dio cuenta de que «sólo le llamaba para pedirle dinero».