SANTO DOMINGO.- La baja calidad de la política en la República Dominicana tiene un impacto en la gestión del Estado.
El Estado, que está para servir, arbitrar, acompañar, poner las reglas del juego y apoyar, necesita gerencia.
Esto significa que frente a las instancias públicas deberíamos tener incumbentes que merezcan el puesto.
Cuando hablo de merecer parto de la idoneidad, la experiencia probada y las prendes éticas.
Ningún gobierno aquí ha sido la excepción otorgando cargos públicos importantes como botín de campaña.
Con excepciones honrosas, una parte importante de los perfiles guardan muy poca relación con los requerimientos del puesto.
Pero, hay un problema mucho más profundo: los partidos políticos no dedican esfuerzos ni recursos a la formación.
Por ejemplo, si usted decide buscar profesionales expertos en políticas públicas dentro de las organizaciones políticas, es posible que le sobren dedos de las manos.
Lo mismo ocurre en aspectos tan relevantes como las energías, las tecnologías, la inteligencia artificial, la robótica y otras disciplinas.
A mi juicio, las entidades deberían reconvertirse como instituciones para despertar confianza y atraer talentos, porque, señores, hay que decirlo: el tigueraje no para de crecer dentro de nuestros partidos.
Lo peor es que las malas prácticas, especialmente el damelomío, se traslada desde las grandes estructuras partidarias hacia los pequeños y los alternativos, que mantinenen vigentes los mismos vicios.
Sin calidad en la política, este país no va para ningún lado. Así de simple.