SANTO DOMINGO.- En el día de hoy me llamó la atención una noticia sobre la ausencia de estadísticas en el país para combatir la delincuencia.
Pero esta falencia no se circunscribe solamente a la criminalidad, pues en general somos muy pobres en infraestructura estadística.
Contamos con un Banco Central que controla, gestiona y hace creíble sus estadísticas económicas y financieras, referentes, incluso, para los organismos multilaterales.
Pero también tenemos una Oficina Nacional de Estadísticas (ONE) marcada por el bajo perfil, con cierta timidez, falta de empoderamiento y de liderazgo.
Cuando todo se mide las decisiones son más acertadas y sus aplicaciones pueden resultar menos costosas, pues van al punto sin titubeos.
No creo que los gobiernos ni la clase política presten la debida atención a las bases estadísticas nacionales; no está en su agenda y no otorgan los recursos necesarios.
Por supuesto, cuando se trata de medir preferencias electorales, niveles de aceptación y contar con números para proyectos de poder, las inversiones no entran en dudas.
Sin embargo, no sabemos con precisión cuáles son las preferencias de la gente en cuanto a consumo, tenemos referencias vagas sobre los bolsones de pobreza y no contamos con el mapa de la riqueza.
Este es un país con ceguera estadísticas y quizás por eso inventamos tanto con iniciativas tributarias, sociales, canalización de subsidios y otras tareas propias del Estado.
En fin, somos un país de la improvisación y quizás eso tenga mucho que ver con que no medimos.
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