SANTO DOMINGO.- No hay dudas de que la variante del COVID-19 conocida como Ómicron ha cambiado el perfil de la pandemia, que parece transitar hacia la conversión en un fenómeno endémico.
La Oficina Mundial de la Salud (OMS) observa esta tendencia con cierto conservadurismo y prefiere que se mantengan las medidas preventivas.
El virus no se ha extinguido, no ha dejado de circular, sigue produciendo contagios y muertes a su paso, pero evidentemente que mucho menor cantidad.
La vacuna, no me cabe duda, ha contribuido decisivamente a que estemos en un estadio tal que muchos países están levantando las restricciones.
No fue fácil para la humanidad estar confinada, pero tampoco lo fue privarnos de nuestra características de seres gregarios.
El abrazo afectivo, la cercanía, la calidez frente a los nuestros se convirtieron en un toque frío de puño o en movimientos lejanos de manos, que yo llamo el lenguaje no verbal de la pandemia.
República Dominicana es uno de los países donde más rápido avanzó la vacuna, pues en eso tenemos tradición y antecedentes.
También ha sido en América Latina la economía que más rápidamente se ha recuperado, sentando inclusive un paradigma en recepción de turismo post pandemia.
Ahora somos pioneros en la región en flexibilizar las restricciones. Algún día tenía que ser.
Pienso que de ahora en adelante importará mucho la responsabilidad ciudadana de comportarnos de la mejor manera hasta cerrar este ciclo siempre reduciendo riesgos.
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