SANTO DOMINGO.- El Metro de Santo Domingo fue una obra -polémica en su momento- iniciada por el gobierno de Leonel Fernández.
Luego, asumió el poder Danilo Medina y asumió su ampliación siguiendo los criterios establecidos.
Ayer el presidente Luis Abinader dejó iniciados los trabajos de la línea de 2C de la infraestructura de transporte masivo.
Ahora el metro llegará a Los Alcarrizos, un municipio más grande que cualquier provincia pequeña del país.
Es indudable que la extensión de esta obra impactará positivamente en la calidad de vida de miles de personas.
Si usted quiere indagar cuáles son los servicios más anticompetitivos, caros, malos y riesgosos, el transporte público es el más emblemático.
Pero ese no es el tema. Aquí lo que deseo resaltar es la continuidad del Estado en una obra como el Metro de Santo Domingo.
Y me pregunto por qué ese modelo puede funcionar en otras áreas del Gobierno, en las que vemos rupturas y recomienzos.
Noten que a la construcción del Metro de Santo Domingo le han pasado tres gobiernos y nadie ha llegado con su propio librito.
Las críticas a ese medio de transporte, por quienes están siempre dispuestos a la contradicción sin fundamento, quedaron sepultadas en el tiempo.
Los mismos resultados del Metro en términos de pasajeros movidos y reducción de gastos de bolsillo en transporte, ha sido un tapaboca.
Ojalá el Estado traslade la experiencia del Metro a otras áreas en las que se necesita continuidad por encima de las diferencias políticas.
