Hace unos años el intelectual francés Jacques Attalí vino al país e hizo un diagnóstico sobre el Estado dominicano.
El experto presentó un hallazgo que probablemente sorprendió a poca gente: la crisis de confianza arropa a las instancias públicas.
Sostenía Attalí la necesidad de replantear el Estado como un ente de confianza para los ciudadanos.
En el informe se pudo ver que la búsqueda de soluciones individuales a problemas colectivos prevalecen en República Dominicana.
Aquí todos queremos un vehículo individual porque no hay solución de transporte colectivo.
Cada quien procura un seguro médico privado (nacional o internacional) porque no hay protección en salud bajo el Estado.
Llevamos a los hijos a colegios privados porque perdimos la confianza en la escuela pública.
Instalamos inversores y plantas de emergencia por temor a que nos falle el sistema eléctrico interconectado.
Compramos agua embotellada porque ninguna confianza tenemos en la red pública de suministro del líquido.
Negocios, instituciones y residencias pagan seguridad privada porque la pública no existe y no da garantías.
En otras palabras, la falta de confianza en los servicios públicos es un generador de sobrecostos a los ciudadanos.
Me pregunto si la desconfianza se ha agravado en el Estado dominicano ahora que todo lo queremos resolver con la figura del Fideicomiso.
No cuestiono la nobleza de ese instrumento jurídico, pero debería llevarnos a reflexionar si el Estado está dudando de sí mismo y de sus capacidades. ¿Ustedes que piensan?