Ahora vamos a reflexionar sobre un fenómeno que erosiona la justicia y debilita la democracia: la conversión de la persecución penal en espectáculo. Tenemos un análisis que parte de una observación aguda sobre cómo la presión social, amplificada por los medios y las redes, ha desplazado el principio de inocencia y el respeto al debido proceso.