Es una decisión sensata, de parte del Gobierno, volcar recursos a la planificación y la producción agrícola.
Se trata de la mejor respuesta a la inflación mundial, que afecta los precios de materia prima, productos terminados y transporte.
Esto no significa que estaremos libres del impacto de la espiral global de precios, pues los insumos para la producción agrícola están en el ojo del huracán inflacionario.
Sería importante saber de qué cantidad de recursos dispondrá el gobierno para la autosuficiencia alimentaria.
También sería prudente que comparta con la sociedad la estrategia, el plan, su alcance e impacto, para estar seguros que no se trata de un simple anuncio para provocar un titular.
Aparte de incentivar la producción agropecuaria es atendible una mirada a la industria nacional.
Se trata de un sector que mostró resiliencia durante lo peor de la pandemia y aseguró el abastecimiento de bienes mientras estábamos confinados.
Es hora de impactar la conciencia ciudadana para consumir lo nuestro, demandar lo que hacemos aquí y cambiar algunos hábitos de consumo.
Esto, obviamente, requiere un plan articulado, participativo, gobierno, empresariado, sociedad civil, sociedad política, medios de comunicación y Banco Central.
Con voluntad y decisión es mucho lo que podemos hacer para guarecernos de este temporal, de esta pandemia económica que es la inflación global.