SANTO DOMINGO.- En una democracia que se respete y que tenga cierta madurez, como la de República Dominicana, no debería molestar a nadie que la oposición juegue su papel.
En política, el objetivo de quienes están abajo es subir y quienes se encuentran arriba, permanecer, con el mayor nivel de estabilidad posible.
En ese juego de la democracia entiendo el fuego que se le ha abierto al Gobierno con el plan de emergencia económica frente a la crisis de precios.
Los jugadores de los partidos han pedido explicaciones sobre la disponibilidad de fondos para los subsidios y han advertido que el arancel cero a bienes perjudica a la producción nacional.
El Gobierno ha salido rápidamente, a través del ministro de Hacienda (quien casi nunca habla) a explicar que todo está calculado.
Hay excedentes, en principio 40,000 millones de pesos, y se siguen analizando partidas presupuestarias, para ejecutar el plan.
Básicamente se trata de subsidiar los combustibles hasta un tope y se asiste a un sacrificio fiscal por la vía de aduanas.
El problema es que no sabemos qué tan extensa será la crisis internacional y luce que todas las salidas de amortiguamiento que tenemos son de corto plazo.
El Gobierno tiene en sus manos una papa bien caliente, pero la sociedad debe entender también que esa papa le concierne; la oposición, compuesta por ciudadanos, por agentes económicos, no está en Marte, está en el país.
¿Qué planteo con esto? Cordura, pero cordura de ambos lados. Que el Gobierno haga las cosas bien y que la oposición sea sensata y no convierta una crisis en un juego politiquero.
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