SANTO DOMINGO.- El contexto inflacionario internacional al parecer va a empeorar.
En las primeras seis semanas del año los precios de la materia prima, los commodities y los combustibles apuntan hacia arriba.
Una economía abierta como la República Dominicana, que importa todos esos productos, tiene que verse afectada.
Los precios impactan en los costos de producción y, sin ninguna duda, son trasladados a los consumidores.
Las industrias, los comercios, los modelos de intermediación, no son entidades sin fines de lucro.
Están obligadas a ser rentables para mantenerse en pie y garantizar la cadena de suministros.
El peor escenario que puede ocurrir es inflación y desabastecimiento. Sería un despeñadero.
Contamos con una industria resiliente que en medio de toda situación adversa garantiza abastecimiento.
La inflación internacional es un fenómeno derivado de los estragos del COVID-19
Es, literalmente, otra pandemia a la que debemos prestar mucha atención y combatirla de manera mancomunada.
Lo primero que debemos tener en cuenta es que los precios no se estabilizan por decreto. En ese marco, el gobierno no puede solo.
Quizás podría desplegar una estrategia de subsidios focalizados a los más vulnerables, pero ayudarlos a capear este temporal.
Pero, el fenómeno de la inflación también golpea al resto de la población, especialmente a la clase media, la más activa en redes sociales.
Quizás el momento es oportuno para llamar a una cruzada solidaria y ética para que nadie busque ganancias excesivas ni agregue a esta crisis especulaciones inicuas.
La estabilidad social conviene a todos los agentes del mercado y todos debemos cooperar para pagar su costo.
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