Santo Domingo.- La ciudad se ahoga entre calles llenas de vehículos y bocinazos que se han convertido en la banda sonora de un panorama urbano que vivimos todos. Las motocicletas desafiando no solo las leyes, también el sentido común que se tejen entre los autos dejando atrás estrés y peligro.
Pero… ¿Qué hay de nuestras políticas públicas?
Diseñadas para regular la convivencia en nuestra urbe parece más bien figuras decorativas en el paisaje caótico de Santo Domingo.
Las señalizaciones y leyes de tránsito en lugar de ser mandatos para asegurar el orden parecen convertirse en meras sugerencias que la mayoría opta por ignorar.