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Dos terrorismos con una misma matriz

Si por terrorismo entendemos destruir vidas inocentes para sembrar el miedo, masacrar población civil no involucrada en los conflictos bélicos; destruir, matar, torturar, generar sufrimientos y penurias para aterrorizar… lo ejecutado por el Estado Islámico-ISIS en París es una variante de terrorismo que nadie con sensibilidad humana puede apoyar. Se trata de una modalidad horripilante de la lucha armada desplegada por un ejército irregular colmado de fanatismo, de propósitos espurios y grotescos, y turbias conexiones soterradas.
Pero no seamos ingenuos/as: el Estado Islámico, dotado de un fundamentalismo extremo, es un engendro del imperialismo occidental, con destacada participación inicial de EEUU y Francia, y respaldo directo o indirecto de Arabia Saudita, Qatar, Turquía e Israel, países bajo tutela de los imperialismos estadounidense y europeo.
También lo es ALQEDA.
Esos engendros monstruosos se le fueron de la mano al “OCCIDENTE CIVILIZADO”, perdurando en ciertas circunstancias conexiones y mutuos respaldos clandestinos.
En lo fundamental puede decirse que esas potencias criaron cuervos, que en situaciones y evoluciones específicas de los conflictos, actuaron -y está actuando- por cuenta propia con su proverbial crueldad, no distantes de la de sus maestros “civilizados”.
TERRORISMO DE GRANDES POTENCIAS Y CAPITALES
Pero ese terrorismo horroroso viene a ser una contra-replica aberrante de un TERRORISMO DE ESTADO (y de grandes potencias) de larga data, que evolucionando de la peor manera entre finales de siglo XX y lo que va del XXI, ha roto todos los record de genocidios, guerras destructivas, sufrimientos, crueldades y daños materiales a la humanidad, especialmente en la llamada periferia del sistema capitalista. Todo por minerales y recursos ajenos, por riquezas naturales pertenecientes a otros países, por posiciones geo-estratégicas importantes para sus improntas imperialistas, para hacer negocio con las armas, las guerras, las muertes y las destrucciones… para prolongar a sangre fuego una civilización a todas luces decadente.
La guerra para desarticular y someter los territorios de Yugoslavia, las grotescas agresiones a Irak, la ocupación y los exterminios en Afganistán, las masacres en Palestina y en el Líbano, la destrucción de Libia, la actuales guerras en Yemen y Siria, el respaldo a la guerra sucia en Colombia, los crímenes en Honduras, entre otros hechos espeluznante, perfectamente pueden ser calificados de crímenes de lesa humanidad.
Estoy obviando aquí la cruel y centenaria historia del colonialismo, el neocolonialismo y el neoliberalismo estadounidense y europeo en Asia, África y América Latina, y dejando en archivo las intervenciones y las grandes crueldades de Francia en África, donde actualmente tienen emplazadas tropas y bases militares en una gran cantidad de países africanos; al tiempo de estar involucrada de la peor manera en la guerra contra el régimen sirio de Bacher Al Assad, donde inicialmente nutrió de armas modernas al ISIS

Estoy dejando a un lado los odios y discriminaciones desatadas por la clase dominante- gobernante francesa contra inmigrantes y descendientes de inmigrantes del mundo árabe, África, Asia y nuestra América. También la aterradora historia del racismo y del complejo de superioridad occidental, capaz de autoproclamarse como la única civilización enfrentada a la barbarie
El Terrorismo de Estado, que en estos tiempos privilegia los bombardeos con Drones, la guerra área, los ejércitos mercenarios articulados a las fuerzas regulares, la gansterización y privatización de lo militar… ha dejado millones de víctimas y destruido numerosas ciudades, escuelas, hospitales, centro culturales, sembrando el caos y generando, tanto reacciones insurgentes y desobediencias dignas y profundamente humanas, como excrecencias abigarradas tipo ISIS y ALQEDA.
Aquí no vale lo del cuento del huevo y la gallina. Está demasiado clara la culpa preeminente del Terrorismo de Estado, incluyendo su responsabilidad en las masacres del terrorismo ejercido por fuerzas irregulares, a veces fruto de un doble juego (¿Torres Gemelas?) para endurecer sus regímenes (como acaba de anunciar Holland), sacar de escena los grandes problemas generados por el capitalismo y alienar en mayor escala.
A la luz de la reciente tragedia de París, las lágrimas de los gobernantes franceses, europeos y norteamericanos, como la de sus aliados pusilánimes, son lágrimas de cocodrilos, no así las del pueblo francés y otros pueblos del mundo.
Francia (como Estado), de cara al mundo y especialmente a África y al Medio Oriente, hace tiempo que no encarna nada parecido a LIBERTAD, IGUALDAD Y FRATERNIDAD, mucho menos al ANTI-TERRORISMO y la PAZ. A los tontos/as con ese cuento.

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