El pueblo dominicano dio un ejemplo cívico cumpliendo con su deber de acudir a los centros de votación para participar en las elecciones y de esta forma ejercer un derecho constitucional y fortalecer la democracia nacional.
La respuesta de la dirigencia partidaria ante esta nueva demostración de madurez y responsabilidad de los dominicanos debe ser un comportamiento civilizado, sin excesos de los triunfadores en las celebraciones ni actos violentos de parte de los perdedores.
Las quejas e insatisfacciones, si tuvieran algún asidero, deben canalizarse por las vías que establece la Ley Electoral y no con rebatiñas estériles, como las que lamentablemente han comenzado a protagonizarse en Higuey, La Romana, Bonao, Puerto Plata y Moca.
Si la democracia dominicana realmente ha avanzado en la medida que la clase política lo proclama de tiempo en tiempo, estas acciones desaprensivas deberían ser ya cuestiones de un pasado felizmente superado.
El amplio respaldo recibido por la Junta Central Electoral para la organización y montaje de las elecciones, tanto de entidades locales como el Conep y las iglesias de todas las denominaciones, es un reconocimiento al cronograma que ha seguido para garantizar unos comicios en que la voluntad popular se exprese de forma libérrima.
Con la más reciente decisión de su pleno al extender a las elecciones municipales y congresuales el conteo manual de votos, en adición al electrónico, tal como se había aprobado previamente en el nivel presidencial, la Junta demostró nuevamente receptividad frente a reclamos de los partidos de la oposición.
De esta forma también se complació a los observadores de la OEA y de Unasur, que habían abogado por despejar este crucial tema de cualquier tipo de dudas con respecto a la credibilidad del proceso electoral en su etapa final.
Todo esto reflejó el gran interés de la comunidad internacional y principalmente la hemisférica, de que el pueblo dominicano asistiera de forma masiva a unas elecciones transparentes en un ambiente tranquilo y seguro, como en general se registró, aunque hubo varios hechos sangrientos con balance de víctimas.
Finalizado el proceso electoral, ahora hay que esperar que la Junta complete los cómputos y oficialice los resultados en el más breve plazo posible, especialmente en aquellas candidaturas donde porcentajes cercanos han dado lugar a confrontaciones que pueden degenerar en hechos peligros.
Cuando concluyan los reclamos y todas las situaciones conflictivas se clarifiquen, la hora presente impone sensatez y la búsqueda de la indispensable cooperación entre la oposición y el gobierno, en aras de impulsar con unidad de propósitos, iniciativas tendentes a mejorar la calidad de vida de todos los dominicanos, especialmente de los más necesitados.
A la oposición política corresponde también jugar un papel de primer orden: estar vigilante a la ejecutorias de las políticas públicas para que sean bien conducidas en provecho del interés general y de esta forma actuar como contrapeso al poder estatal, siempre con una clara visión de Estado y de mancomunidad.