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29 Marzo 2024

“El Amor”

Un cordial saludo a todos mis queridos lectores.

Hay cosas que solo se pueden ver con los ojos del alma y del corazón. El amor es algo que no podemos ni ver ni tocar. Se interpreta como un sentimiento relacionado con el afecto y el apego. Es un concepto universal relativo a la afinidad entre dos seres.

Hay muchas clases de amores, el amor filial entre padres e hijos, amor familiar, que no es nada más que el amor que se le tiene a la familia, amor egoísta, el que solo quiere que lo amen a ella o él, hay muchas clases de amores, pero yo en este escrito quiero tocar el amor entre dos personas que están casadas, amor entre esposa y esposo, el verdadero y puro amor.

Yo quiero contarles una historia que lleva por título: La esperanza del corazón, y dice así: El mar bañaba con sus olas la tierra de una bella isla. Las inmensas olas golpeaban las grandes rocas de la orilla. Había un joven que le gustaba pasear por allí, especialmente cuando había poco sol. Andaba solo, pensando. Al subir por una gigantesca duna de arena color nácar, detuvo sus pasos y encontró a una joven sentada en la arena a la cual saludo diciéndole: Buenas tardes y la joven le respondió a él su saludo.

Era una mujer joven, delgada, con sus piernas recogidas y la mirada perdida en la inmensidad del océano gris, descansaban allí sobre la arena, plácidamente. Su semblante era de porcelana. Sus ojos perecían humedecidos, como preñados de lágrimas y ansiedad. El océano es hermosísimo ¿verdad? Exclamó el joven y la chica sonrió pero sin articular palabras.

El joven se sentó junto a ella. Estiró las piernas y cruzó los brazos a la altura del pecho. Comenzaron a dialogar. ¿Le gusta contemplar el mar? Dijo el joven. Le contesto la chica, desde niña. ¿Me imagino que es usted artista de la pluma o el pincel, verdad? No jamás he cogido un pincel y no se componer poemas tampoco. Entonces ¿la naturaleza le apasiona? Si pero no mucho. El joven se ruborizó. 

Si no es artista, ni amante de la naturaleza, ¿Por qué le atrae tanto el mar? Pregunto el joven. Una ola rompía contra las rocas a pocos metros de donde se encontraban ellos.

Me atrae por lo que representa. El joven permaneció en las mismas, y eso la joven lo notó enseguida.

Vera añadió la joven. El mar me trae recuerdos de mi marido. Partió hacia unas tierras del sur hace un par de años, en una tarde como esta. Y al contemplar el océano me imagino que algún día volveré a ver esa barquita en la que le vi partir. 

Con mucho interés el joven le preguntó: ¿Y cree usted que volverá? Naturalmente respondió la joven y la cara se le iluminó. Volverá algún día, porque así me lo dice mi corazón y ese amor que sigo teniéndole a él.

El joven, algo incrédulo, agregó con aires de sabio. ¿Y crees en el amor aunque a él no lo veas? La joven lo miró fijamente. Se levantó de la arena, y antes de alejarse, le preguntó. ¿Y tú crees en el sol cuando el cielo está totalmente nublado?

El joven no supo qué contestar, a esta pregunta.

Hay cosas inexplicables para la razón. Cuando la ilusión permanece firme, en pie, siempre habrá una posibilidad en nuestra vida. A pesar que no lo veamos con los ojos, basta sentirlo en el corazón.

Termino con el Versículo 34, del Capítulo 19 del Levítico que dice: “Amaras a tu prójimo como a ti mismo”. 

Hasta la próxima y muchas bendiciones para todos.

 

 

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