En el Hogar para Ancianos Desvalidos la Santísima Trinidad, de la ciudad de Moca, viven sesenta y tres adultos mayores, abuelitos, con diferentes discapacidades. La misión de este asilo es acoger desamparados y darles una vida de calidad; lo administra una congregación religiosa de la Iglesia Católica. Suelo visitarlos, para conocer de sus necesidades y darle apoyo emocional.
Mientras esperaba la directora, Sor Gertrudys, en su oficina, escuché que cantaban el merengue “compadre Pedro Juan baile el jaleo”; ¿qué es eso? le pregunté a Miguelina, la asistente; respondió, “es Sor Gertrudys, que suele cantar y bailar merengues, con los abuelitos”. Salí al pasillo y efectivamente, con su vestuario de monja, lo hacía, llena de contento. Me emocionó esta escena; proyecta el amor y la alegría que, en todas las actividades, pone el personal de la institución, encabezado por esta monjita, quien, con espontaneidad, expresa ternura en sus palabras, actitudes y acciones; cuida con esmero los abuelitos, dándole amor, sin recibir un centavo.
Terminado el baile, hicimos un recorrido por el asilo; está dotado de áreas funcionales para orar, dormir, cocinar, comer, recrearse; amplios pasillos; pabellones de hombres y mujeres; patio; la limpieza y el orden se destacan por doquier. Encontramos la mayoría de los abuelitos en un salón, sentados tranquilamente, viendo TV y las abuelitas preciosas, con lazos de colores en la cabeza.
El hogar se sostiene con subvención del gobierno, pero la mayor la recibe del pueblo de Moca, de sus instituciones y gentes .Con lágrimas de emoción, Sor Gertrudis, me habló de ayudas recibidas del actual gobierno, por mediación del mocano Andres Bautista; cosas útiles, que añoraban; dentro de ellas, la construcción de una terraza de actividades para que los abuelitos puedan compartir con más comodidad; una camioneta para uso diario del hogar; así como , sueldos, pagos fijos, a empleados; antes lo hacían recolectando ayuda.
Todas las asistencias son bienvenidas, muy apreciadas; quieren que ese hogar sea digno de adultos mayores, pero tienen muchas necesidades, como restaurar los pabellones, separar mejor las camas, para darle privacidad, una sala de terapia para rehabilitarlos y todo aquello requerido, diariamente, para cubrir las necesidades básicas: medicamentos, pampers, pijama, sabanas, alimentos, carnes, víveres, leche, huevos, etc., meriendas, material de aseo personal, afeitadora, jabón, etc.
Se sienten agradecidos de la extraordinaria labor que le presta el patronato, ayudando a gestionar recursos para mantener el hogar, así como, de las instituciones y personas que cooperan; piden a Dios lluvia de bendiciones para ellos. Diría que la tranquilidad que proyectan los rostros de los abuelitos es producto de esa coordinación armónica, llena de amor y fe, rumbo a la misma meta, esto es, darles esmeradas atenciones, haciendo posible que con los recursos disponibles, el hogar funcione adecuadamente y sobre todo, que los abuelitos solo capten amor y alegría, en el desempeño, de esta noble misión.
Indiscutiblemente, el asilo de Moca es un parámetro de lo que se logra con amor y entrega desinteresada, en una causa noble, como la de cuidar ancianos desvalidos. ¡Ayudemoslo!