Con su anunciada alianza con el opositor Partido Revolucionario Dominicano, Hatuey De Camps, presidente del Revolucionario Social Demócrata (PRSD), quizá no esté tan seguro de una victoria en las presidenciales del próximo 20 mayo de 2012, como de los beneficios inmediatos que se anota sin el menor activismo y sin que estuvieran entre las urgencias de su agenda política. No pasaría de un pronunciamiento coyuntural aquella advertencia suya a los periodistas que le inquirían días antes de este 1 de marzo, día de la firma, sobre la ruta que escogería: “Ustedes pueden estar seguros de que ganará el partido que nosotros apoyemos”, pronosticó.
Más allá del promontorio de exigencias manifiestas en el documento propuesto al candidato presidencial Hipólito Mejía como condición para el pacto (unas treinta), el ex prominente dirigente perredeísta, expulsado tras las elecciones del 16 de mayo de 2004 por el mismo que ahora le acoge, logra de entrada alargar la vida de un desnutrido PRSD, incrustándose él y su dirigencia en áreas de influencia del poderoso blanco en todo el territorio nacional.
De Camps había calificado a Mejía como un terrorista destructor de la economía y en la ocasión, cuando éste cambió la Constitución e impuso su re-postulación, llamó a votar mejor por el diablo. El Partido de la Liberación Dominicana (PLD) y su candidato Leonel Fernández ganaron fácil en primera vuelta.
Por estar establecido en el “Pacto electoral y de gobernabilidad, hacia un país con oportunidades para todos”, De Camps asume, junto a César Cedeño, la coordinación general de la campaña de Mejía; mientras los diputados, síndicos y regidores en todo el país de los dos partidos quedan como miembros de pleno derecho de todos los comandos de campaña.
Aunque Mejía haya aparentado en exceso dadivoso frente a un partido que en los comicios de 2008, junto a aliados y con el reformista tradicional de Santiago, Eduardo Estrella, obtuvo 19,309 votos (0,47%) y que en este momento no presenta indicios de mejoría, su estrategia estaría orientada más a sumar de cara al proceso del 20 de mayo próximo, utilizando a De Camps como catalizador de los seguidores del presidente del partido blanco Miguel Vargas, distanciados tras las controvertidas primarias del 6 marzo de 2011 en las cuales su líder perdió a causa, según ellos, de un gran fraude.
Tal decisión luce cónsona con la idea predominante, quizás equivocada, en la dirigencia del equipo de “Papá” de que Vargas no tiene gente y que su futuro político es incierto.
Sería una salida suicida en tanto, por los explícitos de la situación, los estrategas parece que no están seguros de una reacción favorable de los varguistas, sean muchos o pocos. Se retirarían si entendiesen, como se especula, que el plan es sacar a su líder del escenario. Y al PRD no le sobran votos como para ir despreocupado a una contienda con el oficialista PLD, una organización que si bien sufre desgate por desaciertos que eran prevenibles y por ejercicio seguido del poder, acumula una experiencia de victorias contundentes en primera vuelta en elecciones presidenciales.
Lo único seguro de lo que ha pasado es que, hasta ahora, salió ganando el viejo cacique perredeísta Hatuey De Camps. Mayo despejará las dudas.
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