REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El cambio de siglo ha traído infecciones nuevas o reemergentes como la gripe de 2009, el ébola, tres tipos de coronavirus, entre ellos el SARS-CoV-2, causante de la pandemia de la COVID-19, y la viruela del mono que, según epidemiólogos, no son accidentales sino que responden, en parte, a la subida de temperatura y a la pérdida del hábitat de algunas especies.
Hay muchos factores que intervienen en el aumento de estas infecciones, aunque el cambio climático es, quizá, el más importante, según el epidemiólogo Fernando García.
Mientras que el epidemiólogo y catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública por la Universidad de León, Vicente Martín, augura, en otra entrevista, que el pronóstico irá “a peor”, habrá más infecciones y la población estará expuesta a más gérmenes: “Incluso a aquellos que pensábamos que ya no nos afectarían”.
Por su parte, la presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), Elena Vanessa Martínez, explica que el problema del cambio climático es que cambian los reservorios, es decir, los lugares donde los microorganismos encuentran el hábitat idóneo para multiplicarse.
Martínez se refiere al último caso, el de la viruela del mono o ‘monkeypox’, un virus conocido y endémico en África que tiene su reservorio en las ratas, donde el virus se puede perpetuar.
Ahora, según la presidenta de la SEE, la clave está en los sistemas de vigilancia para impedir que el ‘monkeypox’ haga un reservorio en España. Por eso, dice, los servicios están en alerta y el engranaje de la maquinaria en marcha para investigar.
“Nuestro trabajo no se ve de un día para otro, siempre analizamos a nivel poblacional; pero si no hiciéramos esa vigilancia el número de personas infectadas o muertas por una enfermedad podría ser el doble o el triple”.
De no combatir el cambio climático, habrá más pandemias
Por su parte, Fernando García precisa que, además del cambio climático, actúan otros factores como la superpoblación, el envejecimiento, la globalización, la pobreza, la inequidad, los conflictos, el comercio con la vida salvaje y la insuficiencia de medidas básicas de salud pública, como el saneamiento y la potabilización.
Este experto no quiere ser alarmista pero advierte de que hay que “tomárselo en serio y combatir el cambio climático que en el fondo es la raíz del problema”. De no hacerlo los brotes de infecciosas seguirán al alza amenazando la vida en el planeta.
Y señala que casi todas las enfermedades infecciosas pandémicas son zoonóticas, es decir, de origen animal bien de animales salvajes o domésticos hacinados en granjas.
Los murciélagos albergan decenas de miles de virus desconocidos
García pone de ejemplo a los murciélagos que han perdido su hábitat natural, se acercan mucho al hombre y son los causantes de infecciones, como ocurrió con el SARS-CoV-2 o el ébola.
Y es que hay estudios que aseguran que los murciélagos son una fuente importante de patógenos y albergan decenas de miles de virus desconocidos.
Sostiene este experto que los murciélagos son unos mamíferos voladores muy especiales, con un radar de orientación y un sistema inmunológico que les permite ser muy tolerantes con muchos virus que a ellos no les provocan enfermedades, pero que transportan y causan enfermedad a otros.
García dice no querer ser catastrofista, pero admite que hay muchas infecciones nuevas que han aparecido en los últimos 20 años que no han tenido las dimensiones de la covid “y son muy preocupantes”.
Y llama a ser “más enérgicos y activos” en combatir el cambio climático, que en el fondo es la raíz del problema.
Los sistemas de vigilancia ponen el foco en el mosquito tigre
En este sentido, la presidenta de la Sociedad Española de Epidemiología informa de que se está vigilando el mosquito tigre por su gran capacidad de transmitir enfermedades.
Destaca que este mosquito no existía en España, pero la subida de temperatura en dos grados ha supuesto que se adaptara al clima y actualmente prolifere en la costa de Barcelona, Comunidad Valenciana y Murcia… y se expanda hacia el interior de la península.
La picadura del mosquito tigre, que hasta ahora era habitual en zonas tropicales, puede transmitir enfermedades como el dengue o el zika.
Martínez Sánchez considera que la solución a estas nuevas situaciones pasa por mejorar las vigilancias epidemiológicas, ya que, a pesar del funcionamiento adecuado de este sistema de control prácticamente en todo el mundo (la alerta de ómicron se dio en Sudáfrica), hay que acabar con las precariedades con las que se está trabajando, y que se visibilizaron durante la pandemia.
“Se necesita mucho más, no solo a nivel personal, también tecnológico y sobre todo de coordinación entre Estado y comunidades y entre ministerios y consejerías”, señala la presidenta del SEE, al tiempo que apela a tener en cuenta la desigualdad y la territorialidad porque “las enfermedades se comportan de forma diferente según en qué territorio“.
Finalmente, el epidemiologo Vicente Martín, vocal de la Junta directiva de la sociedad de Atención Primaria (Semergen), insiste en que “nada de lo que pasando es accidental, siempre hay razones” y las previsiones a futuro no son nada halagüeñas.