Este martes se llevó a cabo el mayor y más vasto operativo antidrogas realizado en el país con la finalidad de desmantelar el cartel dirigido por César Emilio Peralta, quien porta el sugestivo alias de “El Abusador”, considerado el más importante no solo del país sino de toda la región de El Caribe.
Según ha informado la Procuraduría General de la República, en su ejecución participaron unas 700 personas, entre estas no menos de cincuenta fiscales y alrededor o más de 500 agentes policiales y de la DNCD, contando con la colaboración técnica del FBI, la DEA, el Departamento de Justicia y el Departamento del Tesoro de los EEUU.
Durante la acción combinada realizada de manera simultánea en el Distrito Nacional, Santo Domingo Este y Oeste, Santiago y La Romana fueron allanados unos cuarenta lugares, tanto residenciales como establecimientos comerciales: restaurantes, discotecas y clubes nocturnos, a través de los cuales se lavaba el dinero producido por la venta de drogas. Es el más fuerte golpe recibido por el narcotráfico en el ámbito nacional, después del apresamiento y desmantelamiento de la banda del boricua José Figueroa Agosto.
Ahora bien. De acuerdo a las informaciones ofrecidas a la prensa surgen algunas obligadas preguntas.
El operativo para desmantelar el cartel que se admite tenía varios años operando en el país con evidente total impunidad ¿fue por iniciativa de nuestras autoridades, o a instancias de la Oficina de Control de Activos Extranjeros del Departamento del Tesoro de los EEUU, como hace sugerir el documento dado a la luz pública por este donde cita con pelos y señales a los principales responsables del cartel, la forma en que operaba y los negocios a través de los cuales lavaba el dinero recaudado?
Se reporta la detención de varios cabecillas de la red mafiosa, no así del principal, César “El Abusador”, quien estaría supuestamente sometido a constante y estricta vigilancia antes de llevar a cabo la acción punitiva, que por su amplitud tiene que haber requerido un previo y cuidadoso proceso de preparación. ¿Es que recibió algún oportuno aviso alertándolo para que se pusiera a buen recaudo? ¿Hubo alguna filtración por simple indiscreción, u otra razón más específica y menos inocente?
¿Cómo es posible que durante todos estos años, a partir de su temprana y conocida vinculación con Rolando Florián Félix y con los capos que le sucedieron al frente de los carteles Quirino Paulino y el propio Figueroa Agosto, con un prontuario delictivo que se remonta al 2000 y se ha etado enriqueciendo desde entonces con varios sometimientos por drogas y por heridas de bala inferidas a tres personas, César “El Abusador” jamás hubiese sido condenado, y en libertad y de manera pública y notoria acumulase una enorme fortuna al frente de los distintos negocios utilizados como lavaderos sin que ninguna autoridad se diese por enterada?
¿Hasta qué nivel de autoridades civiles y uniformadas y de elementos de importancia económica y social van a llegar las investigaciones para poner al descubierto las obligadas complicidades con que debe haber contado tan vasta estructura mafiosa para haber operado con tanta libertad y por tanto tiempo?
Son preguntas que requieren respuestas las cuales quedan a cargo de los investigadores como tarea de necesario esclarecimiento, mientras cabe esperar que el elusivo y afortunado personaje objeto de las mismas no disponga de la misma misteriosa capacidad de desaparecer de que hasta ahora ha hecho gala “Quirinito” sin dudas muy aventajado alumno del ilusionista Houdini, el notorio mago de las evasiones.
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