Durante décadas, a partir de los años setenta del siglo pasado, el Chavo del Ocho era un programa obligado, un verdadero fenómeno de audiencia en América Latina y otras partes del mundo. En días pasados la añoranza me llevó a buscar en Youtube un capítulo de esa icónica producción. Pude divisar ahí la gran influencia del pequeño gigante de la economía en el siglo veinte, Milton Friedman.
En el episodio, el Señor Barriga le mencionó al Chavo del Ocho el tema de la inflación y el Chavo, con su inocencia característica, interpretó que la inflación se refería a la prominente panza de su interlocutor. Pero éste rápidamente le corrigió y le aclaró que se estaba refiriendo a la inflación monetaria. Fue Milton Friedman quien constantemente repetía la frase de que la inflación era siempre y en todo momento un fenómeno monetario.
Buscando en internet es fácil encontrar otros capítulos del programa del Chavo en que se toca el tema de la inflación y la gran preocupación que constituye para una familia o un país este tema. La inflación es en realidad un impuesto y es el más perverso y regresivo de todos, pues afecta desproporcionadamente a los más pobres. Por eso los temas relativos a una baja inflación y estabilidad macroeconómica deben asociarse al nombre de ese gran economista.
Preocupado por mantener la estabilidad, el Presidente Abinader decidió ratificar al Gobernador del Banco Central y mantener la independencia técnica de dicha institución. Pero en estas semanas la inflación o el aumento de precios ha sido un tema recurrente, especialmente de los productos de la canasta básica. ¿Y qué está pasando?
La realidad es que el Banco Central ha hecho lo que tenía que hacer: tomar medidas para estimular la economía con todas las herramientas a su disposición; proveer liquidez, bajar las tasas de interés y muchas otras facilidades que se canalizan a través del sistema financiero.
Si bien el año pasado la depreciación del peso fue mayor al promedio histórico reciente, en medio de una crisis como la que se experimentó, éste fue un manejo adecuado y ya desde hace varios meses el valor de la moneda se ha estabilizado. El efecto cambiario ha impactado en los costos de productos e insumos importados. Pero no es ni cerca el principal factor que explica lo que está pasando con los precios de productos de consumo masivo.
Para países como el nuestro hay componentes de inflación que no están bajo el control de la autoridad monetaria, como son los precios internacionales de los combustibles y los precios de insumos necesarios para el sector agropecuario, como el trigo, el sorgo, la soya, el maíz, los cuales han aumentado de precio considerablemente en los últimos meses. Esto se ha reflejado en aumentos de precios en productos como el pollo y el cerdo, por ejemplo.
En síntesis, lo que está pasando es algo que no está en el control de los productores agropecuarios ni del Banco Central. Los insumos importados están aumentando de precio y eso se refleja en el costo de producción. Por eso es que ha aumentado el precio al consumidor.
Ni a este ni a un ningún Gobierno le gusta que aumenten los precios de los alimentos. Y por eso tanto el INESPRE como el Ministerio de Agricultura han anunciado diversas medidas. En este caso la implicación inicial es sencilla: más gasto del Gobierno, el cual puede venir de dos fuentes: mayor endeudamiento (y mayor déficit fiscal) o reasignación de gasto en el Presupuesto.
¿Esto se debe hacer? Es una decisión política. Pero hay que tomar en cuenta que el aumento de precios de alimentos afecta en mayor proporción a los grupos más vulnerables de la población. Y ningún Gobierno sensato se va a quedar de brazos cruzados.
Hay diversas formas de intervenir en los precios. Algunas peores que otras. Los acuerdos de aposento y controles de precios en general no funcionan y pueden prestarse a manipulación o corrupción. Otra opción es aumentar la transferencia a los más pobres o bien dar subsidios directos a los productores. Lo más importante es que el Gobierno haga las cosas con claridad y de la forma más eficaz posible, transparentando el costo de este nuevo subsidio.
Mientras tanto, el Banco Central de seguro está monitoreando la situación y tomará medidas de ser necesarias. Pero lo que está pasando ahora no tiene que ver con el manejo monetario. Es un problema mundial que a su vez es una de las secuelas que nos está dejando la pandemia.