REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) afirmó hoy que cada día se ha convertido en una lucha por sobrevivir para los cientos de miles de personas que viven a lo largo de la llamada «línea de contacto», una franja de tierra que separa Ucrania y el territorio de este mismo país (Donbás) que está bajo control de grupos separatistas apoyados por Rusia.
La situación en esta región del este de Ucrania está en el centro de los esfuerzos diplomáticos internacionales de los últimos días, tras el posicionamiento de tropas en el lado ruso de la frontera, que Occidente interpreta como parte de los preparativos de Moscú para un ataque o invasión de Ucrania.
A la tensión que se vive en Donbás se suma la precaria situación de quienes viven en ambos lados de la línea de frontera, donde los servicios públicos escasean desde el estallido del conflicto en la región separatista en 2014.
Según el CICR, lo más urgente es asegurar que la gente pase este invierno, para lo cual está proporcionando material para aislar mejor las viviendas, así como combustible o dinero para que unas 35.000 personas puedan calentar sus hogares en un periodo en el que las temperaturas diarias están por debajo de cero grados.
La organización, que trabaja bajo los principios de neutralidad e imparcialidad en los conflictos más graves del planeta, sostuvo que mantiene un diálogo directo y confidencial con todos los que están involucrados en el conflicto en Ucrania para insistir ante ellos en que bajo cualquier circunstancia los civiles y la infraestructura esencial deben ser preservados.
Asimismo, les han transmitido que las familias deben poder verse y apoyarse mutuamente -independientemente de qué lado de la línea de contacto se encuentren- y que los detenidos deben ser tratados de forma humana y respetando las normas internacionales.
Además de suministros básicos, la organización ha apoyado un centenar de establecimientos de salud, se ha ocupado de la reparación de estaciones de agua que suministran este elemento básico a cerca de 900.000 personas y ha formado a más de 20.000 personas sobre los riesgos de las minas antipersonales que han sido desperdigadas en los últimos años.