Puerto Príncipe.- Después de meses de escasez, el combustible volvió este sábado a las gasolineras de Haití para alivio de los conductores, aunque a precios más altos, tal como habían anunciado en su momento las autoridades.
La subida de los precios es la principal queja de quienes, a bordo de sus automóviles o motos, hacen fila para poder adquirir carburante. Esperan pacientemente, sin discusiones, enfrentamientos o empujones a que les llegue el turno para llenar el depósito, algo impensable desde hace meses en un Haití sumido en la violencia y en una aguda crisis social, política y económica.
EL ALIVIO SE ENTREMEZCLA CON LAS QUEJAS POR EL PRECIO
«Estoy contento de poder encontrar de nuevo combustible en los surtidores, pero debería estar al precio anterior de 250 gourdes (1,8 dólares al cambio actual)», dice a EFE Nenel, de 43 años, en una gasolinera de Lalue, no lejos del Palacio Nacional, en Puerto Príncipe.
Como anunció en septiembre pasado el primer ministro haitiano, Ariel Henry, lo que provocó masivas y violentas protestas antigubernamentales, ahora el galón de gasolina cuesta 570 gourdes (4,13 dólares), 670 el de gasóleo (4,85 dólares) y 665 gourdes parafina (4,82 dólares).
Pese a ello, los haitianos se muestran aliviados, hasta el punto de que han bautizado este sábado con el nombre de «Día Nacional del Combustible».
Tal como declara a EFE Stevenson Geffrard, de 28 años y que lleva poco tiempo conduciendo una moto, el hecho de que el combustible esté disponible «nos favorece, para mí es algo bueno. Debido a los altos precios en el mercado negro (para poder adquirirlo), chóferes de motos y coches se quedaron sin trabajo».
Cerca de él, Nenel, a bordo de la moto con la que trabaja desde hace más de diez años, recuerda que dejó de hacerlo durante un mes, pero después tuvo que buscar combustible al precio que fuera en el mercado negro porque tiene mujer e hijos que alimentar.
Llegó a pagar 4.500 gourdes por galón (32,6 dólares) e, incluso, en algunas regiones de Haití el precio rozó los 5 mil gourdes (36,2 dólares).
No todas las gasolineras abrieron hoy sus puertas, mientras que en otras que sí lo hicieron fue claramente visible la presencia policial.
También es patente un mayor número de personas, automóviles y vehículos de transporte público en las calles de Puerto Príncipe, lo que contrasta con el vacío de sábados anteriores en el área metropolitana de la ciudad. Ello lleva a augurar una posible reanudación de la actividad a un ritmo normal, tras meses funcionando a cámara lenta.
Todo ello en medio del continuo deterioro de la seguridad: las más de 200 bandas armadas que existen controlan cada día más territorio y, en las batallas que libran estos grupos en Artibonite, han muerto en solo unos días más de treinta personas.
LA TERMINAL PETROLERA DE VARREUX, DESBLOQUEADA
El retorno de los combustibles a los surtidores ha sido posible tras el desbloqueo de la principal terminal petrolera del país, paralizada durante semanas por la poderosa coalición de bandas armadas G9, dirigida por el expolicía Jimmy Cherisier, quien anunció hace unos días que se ponía fin a esa acción sin haber negociado nada con las autoridades.
En los últimos tres días, 389 camiones cisterna han salido, llenos de combustible, de la terminal de Varreux para abastecer a las gasolineras del país, a las que han llegado 1.890.300 galones de diésel y 1.230.234 galones de gasolina, aunque primero se suministró carburante a los hospitales.
La Terminal Varreux tiene el 70% de la capacidad de almacenamiento de combustible de Haití y el otro 30% está repartido por el resto del país.
El Gobierno ha decretado los miércoles, jueves y viernes como días de repostaje en los surtidores de gasolina, mientras que el sábado se destinará a la distribución de combustible.
El bloqueo de Varreux llevó a una crisis humanitaria sin precedentes en el país, dado que la falta de carburante obligó al cierre de algunos hospitales, en medio del brote de cólera que se vive en Haití.
Asimismo, imposibilitó la reapertura de las escuelas, llevó a decenas de personas al paro al estar cerradas instituciones y empresas y ralentizó hasta casi paralizar las actividades.
Además, la falta de combustible hizo que se disparara el costo de los productos de primera necesidad, cuyos precios se han duplicado e incluso triplicado, al igual que los del transporte público.
«Tenemos que recuperar los precios de los alimentos (…) La gente no tiene con qué pagar», afirma Nenel mientras, con el depósito ya lleno, se aleja empujando su moto.