El decadente capitalismo del siglo XXI asume la religiosidad medieval

Los medios masivos de comunicación impregnados de religiosidad, culto al negocio y obscenidades.

El capitalismo imperialista occidental ha incorporado sistemáticamente los logros de las revoluciones científico-técnicas a sus estructuras productivas y de servicios, siempre condicionados a su modo de ser y dominar.

Ha intensificado de manera espectacular la productividad del trabajo.

Renovado constantemente su patrón tecno-científico hasta incorporar a sus entrañas la microelectrónica, la informática, la digitalización, la robótica, la física cuántica, la biotecnología de última generación… a todas las vertientes de su funcionamiento y su dominación.

Cooptado -y de cierta manera secuestrado- los grandes adelantos del saber humano aplicables a su modo de explotar y sobre-explotar la fuerza de trabajo y las energías mentales de los seres humanos.

En su centro exhibe un rostro de súper modernidad, creando una realidad sistémica que parece ficción.

Al mismo tiempo ha creado y concentrado enormes riquezas y provocado abismales desigualdades, empobreciendo a gran parte de la humanidad y del planeta.

Su progreso deslumbra y a la vez degrada, destruye, enferma, mata…

Crea opulencia en un polo ultra-minoritario de la sociedad y exprime a miles de millones de habitantes del planeta.

Conquista y reconquista territorio, y somete pueblos por la fuerza.

Contamina…envenena.

Aridiza amplias zonas del globo terrestre.

Desequilibra las relaciones entre la vida humana, la vida animal y la vida vegetal.

Altera la flora y la fauna.

Disloca virus y bacterias.

Destruye fuentes de agua y de vida.

Convierte todo en mercancía, incluyendo los seres humanos, especialmente a niños/as y mujeres.

Más allá del robo del producto del trabajo ajeno, de la extracción forzada de plusvalía, se gansteriza. Su voracidad lo lleva a violentar su propia legalidad.

Así, el gran capital y sus beneficiarios han provocado una crisis de existencia de la civilización que esa formación económica-social ha creado a lo largo de siglo y de la propia vida planetaria.

Una multicrisis a todas luces irreversible.

Crisis económica, social, político-institucional, ambiental, urbanística, moral, militar…con propensión a un caos que procura controlar y manipular.

Ante su evidente declive, el capitalismo occidental potencia no solo la opresión de clase, la más universal de todas, sino también las demás; asumiéndose de más en mas como un capitalismo recolonizador, patriarcal, adulto-céntrico, racista, xenófobo, homófono y ecocida.

La pérdida de hegemonía de su cabeza estadounidense, sus fracturas y descomposiciones, lo han conducido a reforzar el garrote post moderno y su capacidad de alienar.

Lo primero se traduce en una maquinaria infernal de guerra dotada de altas tecnologías y lo segundo en mezclar su impresionante progreso (acumulado en las llamadas fases de modernidad y post modernidad) con dogmas religiosos de corte medieval; arrinconando otras maneras de entender la religión y asumir el cristianismo.

Adelantos materiales colosales combinados con  atrasos que auguran situaciones trágicas.

Ciencia en la producción y en la gestión, y fundamentalismo religioso de diversas matrices cristianas como ideología ultra-conservadora,  empleada como recurso político y medio de enajenación de multitudes.

Amalgama asumida y considerada de alta utilidad para  un capitalismo imperialista, que además de todos los atributos descritos, se torna artificialmente religioso, por entenderlo útil para contener decadencias y compactar sus huestes.

Ironía de la historia: el capitalismo que en su origen  enfrentó al dogma religioso, enarbolando la razón, ahora recurre al oscurantismo del pasado que prometió superar.

Otra vez las iglesias fundiéndose con el Estado.

Otra vez la religión cooptada, está vez por la política del gran capital, para ser usada como opio conservador, en cruel intento de prolongar una dominación destructiva que combina capitalismo, coloniaje, patriarcado, supremacía blanca y todas las otras aberraciones funcionales al lucro voraz y al dominio de amplias zonas del planeta.

La quinta revolución tecno-científica acompañada del pensamiento medieval en un contexto capitalista ultramoderno, que derrama  hacia sus dependencias “subdesarrolladas”.

Los medios masivos de comunicación impregnados de religiosidad, culto al negocio y obscenidades.

La cruz y la oración usadas para engañar, negando al Cristo real.

Presidentes capitalistas rezando y rodeados de símbolos religiosos.

Las biblias como textos.

Los cultos religiosos en las actividades gubernamentales.

Pastores candidatos, además de negociantes.

Autoridades civiles y militares bendecidas

Banqueros hipócritamente arrodillados.

Política y elecciones convertidas en mercados y mercancías, y mezcladas con religión.

Constituciones “republicanas” confesionales, aunque ellas consagren el Estado laico.

Teología de la liberación marginada y cuasi proscrita.

Cristianismo revolucionario acusado de comunista.

Curas y pastores con rango de generales y coroneles.

Y todo esto sumado va generando el neofascismo del siglo XXI.

Alerta y prestos al combate, pues…comenzando por la batalla de ideas.