El discurso de Hipólito

La incontrolada furia de la crisis económica, aderezada por  un discurso político caracterizado por un alto componente de repentismo tan burlón como inoportuno, agrietó la sensibilidad del electorado y provocó en 2004 el naufragio de la reelección del Presidente Hipólito Mejía (2000-2004). Leonel Fernández, carismático como él, pero  más político y menos gastado, transitó entonces por segunda vez, sin mayores apuros, hacia la famosa silla de Palacio; hazaña que también repitió fácil frente a Vargas Maldonado en 2008. .

Ahora, tras ganar la convención perredeísta del domingo 6 de marzo, al Mejía resucitado le urge enmendar algunas debilidades discursivas que mucho daño le hicieron y que aun le brotan por momento, aunque en esta ocasión luzca en busca de la cautela que antes le faltó.

Hoy no se le escucha criticar con vehemencia a los “joyos de la 27” (túneles construidos por el Gobierno presidido por Fernández) ni a adelantar que, si gana, los sembraría de plátano, batata y yuca. Tampoco fustiga al Presidente por pasarse  “el día entero en las nubes, chateando y jugando solitario”. Ni ha salido con chistes desagradables ante el gritos desesperados de los seguidores, como: “Si la crisis está dura, súbase a la acera”…

La insistencia en esos tópicos sin detenerse a evaluar la pertinencia en la coyuntura, paree que erosionó su imagen hasta el fondo durante su intento de reelección.

Sus chistes que a principio del cuatrienio resultaban hilarantes, terminaron en ocurrencias desagradables y su idea de cerrar los túneles para sembrarlos de productos agrícolas, y de fustigar a su adversario por ser apasionado a la computadora, quizás chocaron con un universo de sufragantes joven y urbano y con un necesario sector externo apartidista y comercial que se aterroriza fácil y se aleja en busca de otro nido.

En esta ocasión, el candidato del opositor PRD ha vuelto sobre temas sosos y erráticos, como atribuirle origen corrupto a la Fundación Global Democracia y Desarrollo, que fundó Fernández, y anunciar al país el cierre del Metro y dejar “esos hoyos a Leonel”, si gana las elecciones de 2012.

Pese a sus razones, Funglode es un centro académico que se ha anclado desde temprano como principal escenario de discusión de temas políticos, económicos, sociales y culturales, nacionales internacionales, sin restricciones ideológicas y con apertura para la juventud. Y el Metro se ha convertido en una solución de transporte colectivo muy atractiva para habitantes pobres de la capital y un referente para Bogotá, donde hace mucho opera el Transmilenio (sistema de autobuses articulados).

Tal vez los recurrentes ataques de Mejía a estas obras, no solo lo desconcentrarían de temas duros como la crisis económica y social, sino que lo harían colisionar una vez más con los intereses y esperanzas de una buena parte de los votantes jóvenes y con sectores del Poder muy sensibles, que él necesita para ganar; un lujo que no debería darse si se lleva de su propia experiencia.

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