Existen muchas formas de crear y sustentar un liderazgo, por lo que podemos encontrar líderes con mucho carisma, que su sola presencia genera simpatía a sus seguidores, también hay líderes de gran intelectualidad que generan la admiración de sus seguidores, pero también encontramos liderazgos creados desde una posición de poder, a base del clientelismo político, o sea que se basa en un intercambio extraoficial de favores, en el cual los titulares de cargos políticos regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral.
En las últimas décadas hemos sido testigos de cómo se construyó, se desarrolló y alcanzó la primera magistratura del Estado el liderazgo clientelista de Danilo Medina y hoy estamos siendo testigos de la poca sustentabilidad de este tipo de liderazgo que hoy pareciera llegar a su fin.
En el primer gobierno del presidente Leonel Fernández y del PLD, Danilo Medina fue designado en el cargo de Secretario de la Presidencia, desde entonces comenzó a cultivar un liderazgo que se fundamentaba en hacer designaciones y favores a cambio de que sean parte de su equipo político, a lo interno del PLD. El presidente Fernández, que había sido elegido con una Constitución que no le permitía la reelección consecutiva, por lo que nunca se opuso a que se desarrollaran liderazgos entre sus compañeros de partido y permitió que el poco carismático, Danilo Medina, desarrollara y sustentara un liderazgo basado en el Clientelismo Político, incluso apoyo la candidatura de éste, en las elecciones del año 2000, en la que Danilo fue derrotado por Hipólito Mejía.
Posteriormente, Leonel Fernández fue el candidato presidencial del PLD, en las elecciones del 2004 y derrotó el intento de reelección de Hipólito Mejía. En este segundo período del presidente Fernández, también designó a Medina como Secretario de la Presidencia, pero en esta ocasión la Constitución le permitía la repostulación Presidencial al presidente Fernández, gracias a una modificación Constitucional realizada en el período en que Hipólito Mejía fue presidente, para él intentar reelegirse. Sin embargo, Danilo Medina pudo continuar construyendo su liderazgo y sustentándolo en el clientelismo político; pero decidió desafiar el liderazgo auténtico de Leonel Fernández y lanzó su precandidatura presidencial, pero Danilo se volvió a alzar con el polvo de la derrota.
En el 2012, ante el impedimento constitucional, el presidente Fernández decide apoyar la candidatura de Danilo Medina, pero esta candidatura no estaba marcando ganadora en las encuestas, pues la candidatura de Hipólito Mejía le llevaba más de 10 puntos porcentuales, hasta que el Dr. Leonel Fernández pasó a integrarse activamente a la campaña y gracias a esta acción, se logró una nueva victoria electoral del PLD.
Desde la Presidencia de la Republica, Danilo Medina logró consolidar el liderazgo clientelista, descartando a todo el que olía o parecía cercano al Dr. Leonel Fernández; pero a sabiendas de que un líder auténtico como Leonel, sustentado con carisma, capacidad, oratoria y otros tantos talentos, jamás podía ser vencido por un liderazgo clientelista como el de él, por cuanto se propuso destruir la reputación de su compañero de partido, para posteriormente comprar una modificación Constitucional y con esto alcanzar la reelección presidencial.
Danilo Medina continúo afianzando el liderazgo clientelista, mediante una estricta política discriminatoria en la que o estas con él o eres su enemigo y no hay lugar en el Estado para los enemigos. Pero esto, a lo interno de su partido y entre los electores, fue generando malestar, ya que un liderazgo clientelar, populista y autoritario como el de Danilo, no lo era capaz de generar simpatías, por lo que se generó más y más disgustos, además de una apatía de sus seguidores menos favorecidos. Esto así, hasta que entró en caída libre y comenzó una cadena de desaciertos que aún no terminan.
Se propuso hacer un cambio a la Constitución que le permitiera un tercer período consecutivo y a pesar de que tenían a su disposición los recursos del Estado, el pueblo se opuso, se manifestó e impidió que lo hiciera. Invitó a que sus allegados compitieran por ganar el derecho de competir en las Primarias contra el presidente Fernández y luego los traicionó a todos e impuso al de menos cualidades como candidato, pero sí el más obediente, pensando que el rey dinero, todo lo puede. Compró a los delfines que compitieron en las preprimarias, compró los jueces que arbitraron en las primarias, compró las primarias, compró a los miembros del Comité Político y con esto al PLD, provocando una división, en la que en el PLD se quedó el liderazgo clientelar y en La Fuerza del Pueblo el Liderazgo Auténtico. Posteriormente, el pueblo indignado y sin motivación para votar por un Liderazgo Falso representado por Gonzalo Castillo, Danilo Medina provocó que el PLD se alzara con el polvo de la derrota.
En las últimas semanas hemos sido testigos de cómo la mayor parte de los dirigentes provinciales, la dirigencia media y la propia base del PLD, renuncia de ese partido populista y se inscriben en un partido de oportunidades, con una base programática y con un liderazgo auténtico: La Fuerza del Pueblo. Además, vimos cómo el pasado fin de semana comenzaron a cosechar lo que sembró el Danilismo, iniciándose una serie de sometimientos y apresamientos que incluyen a familiares del propio Danilo Medina y resulta sencillo pronosticar que esto es solo el principio de muchos más sometimientos.
Sin dudas un liderazgo inorgánico, fabricado sobre la base del clientelismo no resulta sustentable en el tiempo y por eso ahora vemos el fin de ese liderazgo, el fin del partido que compró e incluso el fin de sus más cercanos colaboradores.
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