REDACCIÓN INTERNACIONAL.- El futuro del aborto legal en Estados Unidos empezará a decidirse mañana miércoles en el Tribunal Supremo estadounidense, mediante un caso que tiene en vilo al movimiento feminista y esperanzados a los estados conservadores, deseosos de restringir al máximo ese derecho.
Medio siglo después de que el Supremo legalizara el aborto en todo Estados Unidos, los defensores de ese derecho temen que el máximo tribunal aproveche un caso relacionado con Misisipi para tumbar el precedente establecido hace cinco décadas y permitir que cada estado regule a su antojo ese servicio médico.
«Si eso ocurre, creemos que alrededor de la mitad de los estados de Estados Unidos volverían a criminalizar el aborto», recordó este mes en una rueda de prensa Nancy Northup, la presidenta del Centro para los Derechos Reproductivos (CRR), una organización legal que defiende el derecho al aborto.
DEL VETO DE TEXAS AL DE MISISIPI
Aunque la decisión no se espera hasta 2022 -llegará, como muy tarde, a finales de junio-, el Supremo oirá este miércoles los argumentos del estado de Misisipi, que ha impulsado una ley para prohibir el aborto a partir de las 15 semanas de gestación en ese estado, el más pobre del país.
También escuchará a las abogadas de la única clínica que todavía practica abortos en Misisipi, un edificio pintado de rosa que en las últimas semanas se ha visto abrumado por la llegada de decenas de pacientes desde el vecino Texas, donde en septiembre entró en vigor un veto casi total al aborto.
«Alrededor de un cuarto de nuestras pacientes son de Texas. Nos llaman en un estado de pánico, sin saber qué hacer», explicó la directora de esa clínica de Misisipi, Shannon Brewer, en una rueda de prensa este mes.
«Y estamos hablando solo de un estado. Imaginen lo que pasará si el Tribunal Supremo decide que cada estado puede gestionar (el acceso) al aborto (como deseen)», añadió Brewer.
El Supremo tiene pendiente decidir en los próximos meses sobre la ley de Texas, que prohíbe el aborto desde las seis semanas de gestación, pero no entrará a juzgar si la medida es constitucional, algo que sí hará respecto a la ley de Misisipi, que todavía no ha entrado en vigor.
Eso convierte el caso de Misisipi en el más decisivo de las últimas décadas sobre el aborto en Estados Unidos, donde no hay ninguna ley nacional que garantice la libertad de interrumpir el embarazo y ese derecho descansa únicamente sobre la decisión de 1973 del Supremo, conocida como «Roe versus Wade».
UNA CARRERA DE FONDO PARA LOS CONSERVADORES
En la última década, varios estados conservadores han aprobado cientos de medidas para restringir el acceso al aborto, en una campaña cuyo objetivo explícito de esa campaña siempre ha sido conseguir que el Supremo analizara una de esas medidas y derogara «Roe versus Wade».
El tribunal había rechazado hasta ahora pronunciarse al respecto, y el mero hecho de que haya cambiado esa postura y aceptado el caso de Misisipi ha alarmado al movimiento feminista.
Parte de ese pesimismo se debe a que la mayoría conservadora en el Supremo se ha reforzado: con la confirmación el año pasado de la jueza Amy Coney Barrett, ahora hay seis magistrados de esa tendencia frente a los tres de inclinación progresista.
La cuestión central que decidirá el tribunal consiste en si es constitucional imponer cualquier límite al aborto antes de la viabilidad del embarazo, es decir, el momento en el que el feto puede sobrevivir fuera del vientre materno.
La decisión de 1973 impide prohibir el aborto antes del punto de «viabilidad», que suele llegar alrededor de las 24 semanas de gestación, un umbral que violan tanto la ley de Misisipi como la de Texas y que los activistas conservadores quieren eliminar.
Muchos observadores ven probable que, si el Supremo no quiere llegar al punto de proclamar expresamente el fin de «Roe versus Wade», como pide Misisipi, opte por modificar el estándar de «viabilidad».
«Si el tribunal quiere salvar temporalmente la idea de un derecho al aborto, podría acabar con (el requisito de) viabilidad y enviar el tema a cortes inferiores», explicó a Efe la profesora de Derecho Mary Ziegler, autora de una historia del debate legal sobre el aborto en EE.UU.
Julie Rikelman, la abogada que argumentará este miércoles el caso ante el Supremo, cree sin embargo que no hay medias tintas en este caso, y que cualquier decisión que dé la razón a Misisipi acabará por suponer el fin del precedente de 1973, incluso si los jueces no lo declaran explícitamente.
«Si el tribunal mantiene en pie esta ley (de Misisipi), será lo mismo que derogar ‘Roe’ y significará que otros 20 estados podrán hacer lo que ha hecho Texas», que ya ha prohibido el aborto desde las seis semanas de gestación, advirtió Rikelman en una rueda de prensa hace dos semanas.