El Gran Redentor

Pareciera que la cúpula disfruta ver el mundo arder para luego sacar la vieja confiable “lo hemos repensado”. No han pensado nada, sabían perfectamente lo que iba a ocurrir y están abusando del recurso ya.

Los últimos cuatro años han estado permeados de decisiones anunciadas con bombos y platillos, que terminan a medias o reversadas en su totalidad.

Las alzas de las facturas eléctricas a mediados de 2022, la funesta ley de trata de blancas y el proyecto de ley de ciberdelincuencia, que limitaba la libertad de expresión, son solo algunos de los casos en los que vimos cómo se jugaba con las emociones de una población exacerbada, para luego pintarse como la gatita de María Ramos.

El recule constante da la impresión de querer mantener la imagen de un presidente que crea problemas inexistentes para luego salir como el gran redentor, el que siempre “escucha a su pueblo”.

Un proyecto de reforma fiscal, sin un consenso previo y sin la asesoría de economistas que por décadas han manejado estos temas, con gravámenes en productos de la canasta básica y el despojo de exenciones de golpe y porrazo, en un país donde más de 5 millones de personas dependen directa o indirectamente del Estado y no se ha mencionado una sola restricción al gobierno.

Pareciera que la cúpula disfruta ver el mundo arder para luego sacar la vieja confiable “lo hemos repensado”. No han pensado nada, sabían perfectamente lo que iba a ocurrir y están abusando del recurso ya.

Recaudar 122 mil millones no es tarea fácil, organizar las tributaciones tampoco, pero con la forma correcta se puede lograr la meta.

No es posible afectar tantos sectores al mismo tiempo y que nadie hiciera una pausa para razonar el soberano desatino que se iba a poner sobre la mesa.

Solo nos queda esperar que nuestro redentor salga en unos días a decirnos que nos escuchó y que va a replantear lo propuesto en el proyecto de Modernización Fiscal. Tan moderno como el partido de gobierno.

Poco pan, pésimo circo.